Épica excursión australiana debuta en Venecia


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El recorrido de Robyn Davidson de 3 mil 200 kilómetros (2 mil millas) a pie por Australia acompañada por cuatro camellos y un perro negro en realidad no ha terminado.

Por COLLEEN BARRY
VENECIA /Agencia AP

Su excursión de 1977 la catapultó a una inesperada tormenta mediática, de la que salió un acuerdo para un libro unos años después y dio inicio a su carrera como escritora y como viajera. Casi cuatro décadas más tarde, su libro sobre el viaje, «Tracks», ha sido adaptado a una película protagonizada por Mia Wasikowska y dirigida por John Curran.

«Creo que escribir el libro hace tantos años cambió el trayecto (de mi viaje)», dijo Davidson, ahora de 62 años, en una entrevista previa al estreno mundial de «Tracks», en competencia en el Festival de Cine de Venecia. Mientras lo escribía en un «horrible y diminuto apartamento en Londres» dos años después del viaje, Davidson dijo que experimentó un increíble ejercicio de memoria.

«Juro que recordé cada uno de los campamentos en un periodo de nueve meses. Tan pronto como el libro estaba listo, todo se esfumó. Fue como si el libro se hubiese comido mis recuerdos», dijo. «Ahora me pregunto si la película relegará de algún modo al libro y hará que la gente, incluso yo, lo recordemos todo de un modo raro y confuso».

Los derechos cinematográficos del libro, que se tradujo a 18 idiomas y ha sido parte del curriculum escolar australiano, habían sido varias veces adquiridos para películas que nunca se hicieron.

Davidson dijo que está «encantada» de que otros cineastas no hayan hecho sus versiones y que el proyecto haya terminado en manos de Curran, un estadounidense que ha vivido en Australia. Su filme «es el bueno», dijo. La única condición de la autora era que Wasikowska, otra australiana, la encarnara en la cinta.

Ambas mujeres se conocieron en un paseo al desierto para que Davidson pudiera mostrarle a la joven actriz algunas cosas sobre los camellos. «Pensé, ‘Ay, ella es tan pequeñita y tan frágil. ¿Cómo va a hacer algo tan fuerte?»’, recordó Davidson. «La siguiente vez que la vi fue para un rodaje en Ayers Rock, y estaba transformada. Llevaba mi ropa, tenía pelos en las piernas. Era una pequeña bravucona. Fue increíble».

Frágil y pequeña fue exactamente como muchos vieron a Davidson cuando se presentó en Alice Springs en 1975 para la excursión hacia el este, al océano Índico. Pasó más de dos años reuniendo dinero y aprendiendo a entrenar a los camellos que la acompañarían. Eventualmente pidió un patrocinio a National Geographic, que como condición estableció que un fotógrafo capturaría imágenes intermitentemente.

Por el camino, Davidson tuvo que hacer frente a la carga de unos camellos salvajes, seguirle la pista a sus propios animales cuando éstos se perdían, sufrir la pérdida de su perro fiel y, eventualmente, enfrentarse a un creciente circo mediático tras correrse la voz de su aventura. También se hizo amiga de aborígenes, incluido un anciano, Eddy, que la acompañó por tierras sagradas, y fue acogida para breves descansos por los pocos colonos blancos que vivían en el campo.

Davidson también entabló una amistad duradera con el fotógrafo de National Geographic Rick Smolan, interpretado en el filme por Adam Driver, pese a su rechazo inicial a sus intrusiones periódicas. Aún no sabe cómo explicar qué la llevó a realizar ese viaje.

«Supongo que lo más que puedo decir es que tenía cierta comprensión instintiva de que necesitaba hacer algo muy exigente con mi vida para hacer de mí una persona, un individuo, para juntar todos estos pedacitos poco atractivos de mí y forjar a una persona».

Davidson llegó a ser una escritora prolífica y vivió dos años con nómadas en India, lo que, dice, fue «lo más extremo y difícil» que haya hecho. «Eso me hizo ver esto (el viaje por Australia) como pan comido», dijo. Los lazos que forjó con aquellos a quienes conoció en su excursión, incluyendo a los camellos, se mantuvieron fuertes. Eddy, dijo, la nombró su esposa honoraria.

Y los camellos siguieron siéndole leales años después. Los visitó una vez en el oeste de Australia. Tras pasar una hora con ellos jugando y acariciándolos, se volteó a caminar 16 kilómetros (10 millas) de regreso a casa. «Se alinearon detrás mío, y me siguieron todo el camino», dijo.