Entresijos de las «duras» negociaciones de la ortografí­a española


Ni España querí­a perder su «i griega» ni a Latinoamérica la «uve» le gustaba, así­ que a las academias de la lengua no les quedó otro camino que negociar la nueva Ortografí­a del español presentada el domingo en México, finalmente sin imponer los cambios que habí­an generado más resistencia.


Las negociaciones «fueron duras y a veces se procedió inteligentemente a base de escisiones mutuas. Los españoles aceptaron que se le dijese «ye» a la «i griega» a cambio de que en Hispanoamérica se aceptase «uve», explicó a la AFP el secretario general de la asociación de academias de la lengua, Humberto López Morales.

«Algunos españoles se aferraban a la «i griega» pero otros han afirmado su posición en favor de la «ye (…) La «i griega» es una denominación que no tiene fundamentación filológica seria», argumentó por su parte a la AFP Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de las Letras.

En España escritores como Juan José Millás y hasta un grupo de la red social Facebook con 76.000 seguidores protestaron contra la desaparición de la «i griega».

A pesar de que ésta y otras modificaciones ortográficas se habí­an adelantado como obligatorias, las academias pactaron dejar en simples propuestas las denominaciones unitarias para Hispanoamérica de la «ye» y la «uve» en la Ortografí­a que firmaron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (oeste de México).

En el proceso Barcia admite que en el proceso hubo sobresaltos. Uno de ellos fue cuando hace tres semanas algunos académicos encargados de anticipar las nuevas normas a la prensa revelaron que se iba a unificar el nombre de la letra «v» en «uve».

«Le mandé inmediatamente una carta a Ví­ctor Garcí­a de la Concha (presidente de la Real Academia Española) diciéndole que en nuestro paí­s se dice de otra forma y que no vamos a adoptar el cambio», recordó.

«í‰l me contestó que el cambio es potestativo. Que es una recomendación y no pasa de ahí­», señaló.

En otros puntos que fueron rechazados por escritores de la talla del mexicano José Emilio Pacheco, premio Cervantes 2009, o el español Javier Marí­as, hubo menos debate académico.

«En la eliminación de la «ch» y la «ll» como letras del alfabeto todos estuvieron de acuerdo», indicó López Morales, quien el domingo también recogió en Guadalajara el premio de Ensayo Isabel Polanco por su obra «La andadura del español por el mundo».

Respecto a la tilde en el adverbio «solo» hubo discrepancias, pero «la mayorí­a estábamos de acuerdo en que ese acento es innecesario lingí¼í­sticamente», indicó López Morales, miembro de la academia de Puerto Rico.

México defendió la necesidad de la tilde de «solo», pero en aras del consenso aceptó recomendar su eliminación en la nueva Ortografí­a, que sustituye a la de 1999 y se publicará a fines de diciembre, dijo en la presentación el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, José G. Moreno de Alba.

De igual forma se acordó proponer que no se acentúen palabras como «guion» o «truhan» por considerarlas únicamente monosí­labas.

En estas cuestiones «sólo se discutió cuando se hablaba de eliminación» y no de recomendaciones, dijo López Morales.

Los académicos defienden que estas discrepancias no suman más del 10% del contenido de la nueva Ortografí­a y que son propuestas sensatas lingí¼í­sticamente y ya predominantes en el mundo hispánico, que alberga a 450 millones de hablantes.

Con los cambios convertidos en recomendaciones de uso, la polémica amainó y «la sangre no llegó al rí­o. No ha aparecido flotando ningún académico ni en el Guadalquivir ni en el Rí­o de la Plata», bromeó Barcia.