Luego de que la ciudad alemana de Dresde entregara una réplica del códice maya que tienen en su museo, se ha demostrado que éste puede ser de valía para cimentar la nacionalidad, así como para la investigación.
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Es por ello, que este viernes 14 de diciembre, a las 10 de la mañana, en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología (Salón No. 5, Finca La Aurora, zona 13), se presentará la copia facsímil del Códice Trocortesiano, del cual el original se encuentra en Madrid. Asimismo, se hará entrega de otra copia al Museo Miraflores y a las bibliotecas públicas del país.
El Códice de Madrid, también llamado Codex Trocortesianus o TroCortesiano, porque una parte estaba en manos de un señor llamado Juan de Tro y otra se suponía fue llevada a España por Hernán Cortés.
Su contenido expresa la grandeza del universo, de sus comportamientos y de sus simbolismos. Está compuesto por dos largas tiras de papel de corteza de ficus, fue descubierto entre 1860 y 1880. Aunque cada sección se encontró en un lugar diferente pudo demostrarse que pertenecían a un único libro.
Mide aproximadamente 6.55 metros de largo por 22.6 centímetros de altura. Es el más largo de los que aún se conservan, tiene 112 páginas escritas de ambos lados y se cree que pudo haber tenido más.
Contiene principalmente almanaques adivinatorios que permitían conocer al lector los días propicios para diferentes actividades como la caza, el tejido, la agricultura o la cría de abejas, con especial atención en los rituales correspondientes de cada actividad y las fuerzas sobrenaturales que gobiernan los ciclos.
Hay páginas dedicadas a las ceremonias de fin y principio de año que expresan ideas cosmológicas generales. Acerca de su datación y procedencia los estudiosos no han llegado a un acuerdo, sin embargo hay por lo menos dos lugares de los que puede proceder: la zona de Champoton en Campeche, México, o de la zona del centro de Petén, Guatemala.
Los personajes plasmados en los códices son dioses, lo que no es la excepción en el Tro-Cortesiano. Entre las divinidades representadas en el códice se encuentran; Chak, dios de la lluvia; Itzamnaaj, poderosa por su papel en la creación del universo; Yum Tsek, temido dios de la muerte, también llamado Kisín; Ix Chel, diosa de la tierra y la luna; Itzamná, dios del cielo; Yum Kaax o Yum Uli, dios del maíz o de la abundancia; y Ek Chuah, dios de cacao y de los mercaderes.
A lo largo del tiempo, mucho de lo escrito y pintado por la cultura Maya ha desaparecido por la destrucción natural o por la acción humana. Tal es el caso de los libros llamados códices, de los cuales solo permanecen cuatro; el de Dresde, el de Grolier, el de Paris y el de Madrid.
Los códices mayas eran considerados sagrados por su contenido y uso, buscan exponer el modelo supremo del comportamiento religioso y de sus consecuencias. La maya fue la única civilización precolombina que desarrollo una verdadera escritura. Los mayas son hasta hoy el pueblo del libro, su respeto y veneración por lo escrito no tiene comparación y esta razón los hizo aceptar el cristianismo, religión que al igual que la suya depende de la palabra escrita y sigue necesitando de libros sagrados.
Los códices originales, además de cronologías históricas, contenían poesía, tratados de botánica, medicina, almanaques relacionados con ceremonias y con la cosmovisión espiritual.
Generalmente estaban compuestos por 52 hojas escritas de ambos lados. Hechos sobre páginas de corteza de árbol de ficus o de amatle, se doblaban en forma de biombo que al ser leído sección por sección hace referencia al encadenamiento de los recuerdos.