Entre lo cool y lo full


Contrasentido. La juventud de hoy se niega a involucrarse en polí­tica, pero dentro de diez años deberá estar ocupando los cargos de dirección del paí­s.

Julio Donis C.

Definir o comprender los patrones de comportamiento, de consumo, incluso códigos de comunicación de la juventud es fundamental para entender hacia donde avanza esta sociedad. Para el caso de este paí­s, la relación es más relevante porque según las estadí­sticas, Guatemala es joven y básicamente hay una chaviza por todos lados. Dicho con números, por ejemplo el segmento de la gente entre 18 y 30 años ocupa el 40% de la población total. Esto contrasta con otras sociedades en las cuales la norma es la senilitud, ante lo cual el Estado motiva la reproducción humana para cosas fundamentales como la mano de obra o el resguardo y persistencia de la propia cultura.


Primero se asumí­a que los jóvenes eran el futuro, como aspiración generacional de una perspectiva de cambio que llegarí­a con la siguiente generación. Ni el futuro fue mejor, ni lo jóvenes asumieron dicho reto porque no se tejieron los lazos que permitieran un debido diálogo intergeneracional. Luego, la juventud demandó que no eran el futuro sino el presente en una actitud de acción inmediata que se dio de bruces con la realidad de un vací­o profundo que un estado que no se habí­a construido, diluyendo aquel í­mpetu en la imposibilidad de dar respuestas al problema de la falta de sentido que tiene la necesidad imperiosa de devolver los valores a las actividades relevantes de la vida.

Un puente grande se rompió entre los 80 y el principio del nuevo siglo, imposibilitando que la generación que se hará cargo del timón, haya aprendido o sistematizado las metidas de pata y los triunfos de aquellos años de utopí­a. Esto no es menor, los que tienen 25 años hoy nacieron recién empezaban los ochentas y son los que en unos diez años tendrán cargos de dirección en muchas instancias o serán fundamentales en la formación de una nueva generación.

Sin embargo, son esos mismos los que en su mayorí­a se autoidentifican como de derecha, desvalorizan hablar o debatir sobre polí­tica y desautorizan el valor que puedan tener las instituciones de lo público. Tampoco una autoidentifiación de izquierda diferencia de los estragos de la despolitización del joven, puesto que más allá de la posición polí­tica ideológica, lo que aglutina a todos es una actitud conservadora ante la vida, tanto en la izquierda como en la derecha.

La juventud moldea su ideario entonces a partir de lo cool y lo full, dos palabras que se usan para explicar todo sin decir nada al mismo tiempo. Les ofrezco un ejemplo, que significa la expresión estoy a full? o me siento cool. El rasgo fundamental de la dimensión que pasa por lo cool y lo full es la inamovilidad, que moldea seres o debo decir estanca individuos, para que deambulen con la sola aspiración de encontrar a toda costa, sea en redes sociales electrónicas como facebook, vitrinas de tiendas de moda o los bares y lugares del momento, esa cara bonita, ese cuerpo modelo, ese ser cool. La mirada de sus pupilas se topa con otros ojos jóvenes pero no se entabla intercomunicación con el de al lado, lo que se busca es encontrar ese ser cool.

Ese socavamiento ha sido posible por el imperio de la comunicación masiva, que uniformiza y estanca con la seducción de la publicidad, ofreciendo millones de posibilidades materiales y estéticas para buscar nuestra diferenciación, el modelo que se nos ajusta aun a costa de nuestro propio cuerpo. Si hace falta, siempre se puede acudir a la paca que de todas maneras también ha entrado ya a la dimensión cool.

En latitudes más terrenales anida el otro rasgo o más bien riesgo preponderante de una juventud cool, la adscripción a lo fundamentalista. El vací­o de lo full se aprovecha por el desví­o que cautiva la promesa de alcanzar a Dios, si se hacen cosas buenas que te separen de los malos, pero si se hacen cosas formidables te llegas a separar de hasta los buenos; esa es la misión, ser formidable (exitoso) para diferenciarse (se tú mismo). Lí­deres como don Cash y otros dirigentes pastoriles, adoctrinan y organizan grandes rebaños de jóvenes que buscan satisfacer su energí­a juvenil y encauzar su búsqueda de respuestas.

Los que logren traspasar vivos la dimensión cool llegarán perfectamente delineados y programados para una vida institucionalizada, listos para asumir las funciones y roles de la sociedad tradicional, en clara reproducción del sistema, aunque lo más probable es que la degradación humana empiece a carcomer también esas figuras sociales.

Como se advierte, la realidad vista desde los ojos de la juventud supone una superficie lunar, aburrida, monótona, sin alternativa, aunque siempre con la opción de caminar hacia el lado oscuro. Lo que se advierte al salir a la calle son cientos de yo´s que deambulan entre la incertidumbre y la desesperanza compitiendo con violencia, con un profundo vací­o que no solo es carencia material sino profundamente humana.

A contrapelo y afortunadamente surgen o insisten atisbos de expresiones que parecen empezar a recomponer el tejido social. Caras jóvenes que escriben y publican; otras que aportan lo suyo desde el cine (Gasolina es una muestra de merecido reconocimiento; otros hacen lo suyo desde otras artes; y están los menos que se mantienen en pie de resistencia, sigue pendiente politizar…

«La juventud moldea su ideario entonces a partir de lo cool y lo full, dos palabras que se usan para explicar todo sin decir nada al mismo tiempo»

Julio Donis

Sociólogo