Entre la violencia


Reconciliación. Unos chií­tas realizan la tradicional oración de los viernes en Irak. En un clima de tensión, se inicia la conferencia de reconciliación en ese paí­s.

La conferencia de reconciliación nacional iraquí­ comienza mañana en Bagdad en medio de una profunda división polí­tica y de violencias entre chií­tas y sunitas.


Según la ONU hay en promedio 120 muertos diarios y el número de ví­ctimas llegó a un nivel récord desde la invasión estadounidense, en 2003.

Sin embargo, el primer ministro Nuri Al Maliki habí­a prometido el 5 de diciembre que se redactarí­a un código de honor para terminar con el derramamiento de sangre y las luchas confesionales en Irak.

Una semanas antes, varios atentados contra la comunidad chií­ta habí­an dejado más de 200 muertos en Ciudad Sadr y un dí­a después, el informe del ex secretario de Estado norteamericano James Baker proponí­a imponer resultados al gobierno de Al Maliki so pena de retirarle el apoyo estadounidense.

«Todas las tendencias están invitadas» a la conferencia de reconciliación, dijo Al Maliki.

Uno de los puntos de discordia es la participación de los baasistas. Para algunos chií­tas, ví­ctimas de la represión del Baas, partido único bajo Saddam Hussein, esto es inaceptable.

Para los sunitas, el Baas es un actor polí­tico inevitable.

El comité de los ulemas musulmanes, la principal organización religiosa sunita, anunció que boicotearí­a la conferencia. Su jefe, el jeque Hareth al Dhari, actualmente refugiado en el extranjero, está acusado de incitar a la violencia confesional.

Los sunitas reprochan al gobierno de Al Maliki, un chií­ta, que no haya tratado de controlar a las milicias que consideran responsables de las violencias y que según el doctor Omar Abdul Sattar Mahmud, del Partido Islámico Iraquí­ (sunita), deben ser pura y simplemente desmanteladas para «poner fin al terrorismo».

El principal acusado es el caudillo chií­ta Moqtada Sadr, cuyo ejército del Mehdi cuenta con unos 60 mil hombres, es considerado como un contrapoder y sospechoso de participar activamente en las violencias confesionales.

No obstante, la corriente Sadr, con 6 ministros y 32 diputados (de 275), estará en la conferencia.

Para Sadr la cuestión es simple: ante los atentados contra la comunidad chií­ta de los últimos meses, y puesto que el gobierno es incapaz de asegurarles una protección, los chií­tas necesitan una milicia para defenderse.

La reunión de la reconciliación se anuncia difí­cil. Al margen de la agenda, los diferentes interlocutores podrán también discutir sobre una reestructuración gubernamental prometida por Al Maliki.

Numerosos lí­deres sunitas, chií­tas y kurdos confirmaron que una nueva coalición sin la corriente Sadr podrí­a ser creada en los próximos dí­as.