En un enfrentamiento de ideologías, líderes religiosos deben decidir entre creyentes o electores para desenvolverse en la sociedad.
Es necesario dejar el púlpito para ocupar la silla presidencial, sin embargo también puede ser de forma contraria, como el caso de Vitalino Similox, quien participó como vicepresidenciable de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca en 1999 y luego se alejó del partido para trabajar en el ámbito religioso.
«Me dijeron que eligiera, participar en la iglesia o integrarme a la política nuevamente», indicó Similox, quien prefirió trabajar junto con los creyentes y ahora labora en el Foro Ecuménico por la Paz.
Harold Caballeros, del movimiento político Visión con Valores (Viva), optó por el trabajo en la política, sin embargo no logró participar en las elecciones generales del 2007 por un fallo dictado por la Corte de Constitucionalidad.
Caballeros pretende continuar en la política desarrollando el plan de Viva, para poder participar en la contienda electoral de 2011, aunque aseguró que su fe continúa tan sólida como las rocas y continuará asistiendo a la iglesia.
Así como lo manda la Constitución en el artículo 186, no podrán optar para ocupar el cargo de Presidente o Vicepresidente de la República los ministros de cualquier religión o culto; por lo que los dirigentes religiosos deben pensar más de una vez, si su vocación es servir a Dios o a la nación.