Entre la espada y la pared


¿Porqué, habiendo tantos y tan serios… y graves problemas en nuestra Guatemala, nos preocupa tanto la situación electoral en los Estados Unidos de América? La respuesta, quizá es mucho más simple, más sencilla, pero también de la mayor gravedad. ¡Porque de ella depende el futuro del mundo! Porque de lo que pase en ese gran paí­s, arrodillado ante los enormes poderes económicos que de verdad controlan el mundo, depende que ese futuro sea, o el apocalí­ptico que han visualizado desde Nostradamus, pasando por Santa Bernardetta, las profecí­as mayas, Juan XXIII, etc., o que la humanidad como un todo tenga la capacidad de detener esa maligna tendencia.

Carlos E. Wer

En marzo de este año, esta columna señalaba (Jugada Maestra), como The Guardian británico alertaba a los electores estadounidenses sobre los lazos que uní­an al senador Obama y el mafioso de Chicago Tony Rezko. A pesar de ello, el dinero de millonarios estadounidenses y británicos, alentados por el súper especulador y billonario George Soros (el mismo que invirtiera mil millones de dólares en la producción de etanol brasileño y que a mi juicio está detrás de la explotación minera en Guatemala con su paisano Edy Stein), quien achichincle de la corona británica representa además sus intereses. Y, ese dinero, como ayer «levantaran» al genocida Harry S. Truman, creó el «milagro Obama», llevándolo hasta las mismas puertas de la posibilidad de ganar, finalmente la nominación del Partido Demócrata para aspirar a la presidencia de los E.U.A.

Más, el candidato «del cambio», el Senador Barak Obama, no tiene un pelo de tonto y, presintiendo la jugada de los maestros de la diplomacia imperial, decidió «agarrar al toro por los cuernos» y ni lento ni perezoso se procuró una «fiesta para la recolección de fondos», nada más, ni nada menos que en la propia city de Londres, en la que le reunieron a doscientos ricachones estadounidenses (que como las familias de «sangre azul» guatemaltecas, señaladas en un par de libros de una connotada académica chapina catedrática en una Universidad española), han sangrado al paí­s por más de quinientos años, pero guardado su pisto y algunos, viviendo en el extranjero).

Y es The Telegraph londinense, quien se encarga de señalar que el Senador Obama y sus asesores, quienes se encargaron de endulzar los oí­dos de la pérfida Albión, tendiendo la roja alfombra por la que se arrastrarí­an, declararon que los Estados Unidos deberí­a escuchar con más frecuencia los consejos de la Gran Bretaña y que en «algunos casos» aceptar el liderazgo británico, especialmente cuando se trate de asuntos de polí­tica exterior.

Pero, al igual que nuestros polí­ticos criollos que son capaces de vender hasta parte de la familia, para poder gozar de todas las granjerí­as que proporciona el poder, los asesores quisieron «ir un poco más allá» y declararon que «ellos tendrí­an la oportunidad de «recalibrar» las relaciones entre los dos paí­ses y poder trabajar juntos como «full partner». No volverá a pasar, el que nosotros seamos los lí­deres y los demás tengan que seguirnos, dijeron y para adornar con un postre la jugosa recaudación, añadieron: «Los «full partners», no solamente se escuchan unos a otros, sino ocasionalmente se siguen unos a otros».

Para los británicos la fiesta fue completa. Y totalmente benéfica para sus siempre perversos fines. «Amarrado» Obama, no importarí­a que McCaine pague los platos rotos de las «burradas» del actual huésped de la Casa Blanca. Sus cartas están completas. Y completa la certeza de que, de ser el ganador de las primarias demócratas, como pareciera ser, el senador Obama no será más, que muchos otros solamente un achichincle de los intereses británicos.

La similitud del caso que nos ocupa, con el que jugaran en la última campaña presidencial de Franklin D. Roosvelt, demuestra que de darse nuevamente esa situación, representarí­a un peligro para la humanidad.

Solamente nos queda esperar, que si ese fuera el caso, Obama no repita la infamia británica impulsada por la locura de Sir Bertrand Russell, de convertirse, como Truman en el genocida de Hiroshima y Nagasaky, sólo que ahora el campo escogido serí­a Irán y así­ detener los avances de los poderosos monstruos económicos emergentes que representan China e India, en detrimento de esa pérfida islita que tanto daño le ha causado al mundo.