Entre el hoy y el mañana


GLADYS_MONTERROSO

“No dejéis el pasado como pasado, porque pondréis en riesgo vuestro futuro.” Sir Winston Churchill

No se puede vivir el dí­a de hoy, sin llevar con nosotros el dí­a de ayer, ya que es la base de nuestro diario vivir, por lo tanto en nuestro paí­s, agobiado desde la conquista por el dolor y sufrimiento humano, no podemos cerrar los ojos y dar la vuelta a la hoja, simplemente porque sí­, como si de un libro se tratara, y no lo quisiéramos ver nunca más, existe un pasado que debemos resolver, porque es parte del hoy.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


Debo confesar que una de mis grandes debilidades desde muy  niña fueron los tangos, no sé por qué,  tanto la letra como la música y el baile han sido una gran pasión, que solamente con el oí­do habí­a podido satisfacer, hasta que hace más de 4 años leyendo elPeriódico encontré un anuncio sobre talleres de tango en Artecentro Paiz, me inscribí­ y allí­ conocí­ un grupo de personas con las que nos identificamos, seguimos estudiando y bailando tango, nos reunimos constantemente a bailar y compartir, además de las clases.

Toda mi familia conoce desde siempre, la pasión que tengo por este baile tan especial, por lo que mi hermano William me dijo que querí­a compartir una pelí­cula conmigo llamada Tango, el 31 en la reunión familiar que tenemos siempre todos los hermanos, me llevó el CD de la pelí­cula, se lo agradecí­, y continuamos nuestra cálida reunión. Posteriormente compartí­ ya solamente con mis hijas las 12 uvas y otras costumbres muy de nosotras tres, a la 1:00 del 1º. de enero decidí­ ver la pelí­cula, desde su inicio me sedujo, el guión, la coreografí­a, excelsa, y me introduje en la historia, la que tiene un alto grado de sicoanálisis, conforme la misma se desarrolla el protagonista, un exitoso cineasta, quien dirige una pelí­cula sobre la historia del tango, va descubriendo su personalidad, sus alegrí­as y tristezas, las que va introduciendo en la historia, que relata por medio de diversos tangos, conforme va evolucionando la historia, y se va conociendo su personalidad, le va encontrando nuevas aristas a lo quiere transmitir, por medio de la pelí­cula.

En medio de la trama se molesta al enterarse que a un niño de 13 años tan solo, le han destrozado la cabeza, y esa es la noticia del dí­a, cuando decide que va a incorporar grabados del gran pintor Goya en la trama,  los más significativos de la Guerra Civil Española, a su criterio, y así­ lo  argumenta, la historia se ha repetido siempre, existen ciclos de dolor en todas las civilizaciones, al comentárselo a la coreógrafa y decirle que en Argentina no fue diferente a España, ella responde –Los torturadores poní­an tangos a todo volumen para que no se escucharan los gritos de las ví­ctimas.

En un momento de reflexión con su pareja, como nos ha sucedido a muchos, se cuestiona él haberse marchado a Europa unos años, le duele el hecho que cuando regresó, la mayorí­a de sus amigos habí­a desaparecido, y dice –“Pero la ciudad estaba allí­,  fea, gris y desconfiada”–.

Así­ como el tango es parte de la Argentina y el son de Guatemala, así­ lo es la represión vivida en nuestro paí­s tantos años, esa parte de la historia la compartimos, latinoamericanos, africanos, asiáticos, guerra, dolor muerte y tragedia, por lo que toma la decisión de darle vida en las pelí­cula a ese histórico momento compartido por demasiados seres humanos.

De esa forma incluye en la pelí­cula que está dirigiendo, esa parte de la historia compartida.  Aparecen en escena un grupo de soldados preparándose para la guerra, se asoma una joven con el rostro descompuesto entre el temor, la angustia y el dolor, huye entre los escombros de la ciudad, pasa cerca de un carro quemado, y llega a un gran agujero, donde los soldados lanzan cadáveres, de niños, mujeres, hombres, ancianos, mientras otros son conducidos siempre por soldados, no se sabe a dónde, la joven se asoma y ve cómo ejecutan en una pared a siete jóvenes, entre hombres y mujeres, uno a uno van cayendo, sale huyendo, aparece un espacio grande y vací­o, con solamente una silla en el centro, allí­ los soldados llevan a dos jóvenes mujeres,  las violan y las matan, a continuación llevan a otros jóvenes, que tratan de huir, pero los ejecutan con crueldad, quedando sus cadáveres colgados, y tirados, los soldados se marchan, y aparece nuevamente la silla, un hombre sentado en ella, el recinto lleno de soldados, la joven se abraza a uno y muere mientras todo el tiempo se escucha la acompasada música del tango La Yumba.
Termina la escena, y una de las financistas dice –A mí­ me ha impresionado– otro menciona –No me gusta, no vamos a revivir algo que está olvidado– llega el director y una de las señoras le dice –No me parece necesario, vamos a confundir al espectador, hasta ahora les hemos dado bailes hermosos, bellas mujeres, música de tango. Aquí­ se respira miedo– el principal financista le dice, –Yo creo que esto va a molestar a los militares– í‰l le contesta –Depende de qué militares, hay una cita de Borges que dice: «El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado». 

El principal financista le increpa –Los trapos sucios se lavan en casa– y él le responde: –Depende qué trapos y de que casa–.

La reflexión que por lo menos a mí­ me quedó, es que todos los paí­ses que hemos vivido una época sangrienta, en la que el desbalance de recurso fue más que notorio, pero en el que se vivió el terror, y desaparecieron miles de personas, en manos del ejército, sin importar de qué ejercito se trate, tenemos la más que harta obligación de luchar porque todos los crí­menes cometidos sean esclarecidos, y que quienes lideraron esa lucha desigual paguen por los delitos de lesa humanidad cometidos, hoy en Guatemala, se reclama que los dos bandos cometieron delitos, y nadie lo puede negar, pero es muy diferente el asesinato de una persona, (Que no deja de ser delito) a la tortura, el genocidio, y las masacres que se vivieron y se siguen viviendo en los paí­ses del tercer mundo, por mantener el statu quo de los de siempre, no señores, la vida no tiene precio, pero sí­ valor, y el pasado como dijo Borges es INDESTRUCTIBLE, siempre estará allí­, y jamás podremos vivir un presente sano, si no nos responsabilizamos, y nos reconciliamos con nuestro pasado.

LA íšLTIMA HOJA DE LA VIDA NO SE HA ESCRITO AíšN, SE ESCRIBIRí EL DíA QUE TODOS NUESTROS MUERTOS TENGAN PAZ, PORQUE SE LES HIZO JUSTICIA, AUNQUE TARDE.