Es la tercera vez en menos de un año que el G20 de potencias industrializadas y emergentes se reúne y las perspectivas económicas lucen mucho mejor que en las ocasiones anteriores, pero las divergencias sobre el alcance de las reformas no se han reducido.
La comunidad internacional «fue muy lejos para evitar una catástrofe económica mundial», señaló el presidente Barack Obama en un mensaje previo de bienvenida a los invitados a la cumbre, al recordar el desplome financiero de hace un año.
«Pero todos debemos acordarnos que nuestra tarea está lejos de haber terminado», añadió.
Obama pidió por ello a sus invitados un nuevo esfuerzo para diseñar otras reglas financieras, más estrictas, que eviten que la peor crisis desde la década de los años 1930 vuelva a repetirse.
Las restricciones al sector bancario, en particular el debate sobre los bonos de sus altos ejecutivos, así como el reequilibrio de las cuotas de poder en las instituciones multilaterales son los principales puntos en discusión en Pittsburgh.
La reunión se iniciará a las 18H00 locales (22H00 GMT) con una recepción a cargo de Obama, y luego una cena oficial, y concluirá el viernes.
Pittsburgh, con 240.000 habitantes, fue elegida por el gobierno Obama como un modelo de reconversión de la industria metalúrgica a las energías alternativas.
Miles de manifestantes, entre los cuales una minoría que se presenta como «anarquista», tenían previsto desfilar por el centro de la ciudad, ante la mirada atenta de al menos unos 6.000 agentes policiales.
El masivo despliegue de las fuerzas de seguridad, que cerraron al tráfico, daban un aspecto fantasmal al centro de la ciudad. Catorce personas, en su mayoría militantes de Greenpeace, fueron detenidas el miércoles.
Dentro del Centro de Convenciones, las diferencias entre los líderes se centran en el trato que deben recibir los bancos y entidades financieras.
Por un lado, las primas de los jefes ejecutivos: los europeos son partidarios a aplicar reglas más estrictas, ligadas al desempeño de la propia entidad financiera, con criterios no solamente financieros.
El presidente francés Nicolas Sarkozy quiere además que esos límites sean impuestos por ley, algo a lo que se oponen los británicos y el equipo económico de Obama, porque a su juicio restaría competitividad al sector.
«Los banqueros continúan con grandes remuneraciones, mientras millones de hombres y mujeres han perdido su empleo», criticó el miércoles el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, ante la asamblea general de la ONU en Nueva York.
En cuanto a la supervisión del sector, la Comisión Europea propone tres autoridades paneuropeas encargadas de los bancos, aseguradoras y mercados. Gran Bretaña también se opone a ello.
Obama quiere algo parecido en Estados Unidos, pero más centralizado aún, en una sola entidad. Sin embargo, sus planes cuentan con una obstinada oposición republicana en el Congreso.
Estados Unidos y los países europeos están por otra parte de acuerdo en que llegó la hora de reglamentar el sector de productos derivados financieros, probablemente con un mercado de intercambio que refleje de manera transparente los montos de esas gigantescas operaciones especulativas.
Una discusión delicada será cómo desactivar paulatinamente los paquetes de estímulo aprobados en la cumbre de Londres, el pasado mes de abril.
Finalmente, Brasil y China, que participaron de forma importante en la ampliación de capital del Fondo Monetario Internacional, encabezan la ofensiva de los emergentes para que cambien los porcentajes de representación y la dirección de las entidades multilaterales de crédito.
El dólar estadounidense, debilitado ante otras grandes monedas, será previsiblemente sometido a escrutinio en la cumbre de los países ricos y emergentes de Pittsburgh, después de que China pidiera una revisión de su papel como moneda de reserva internacional.
El objetivo oficial de la cumbre es dar un nuevo impulso a las reformas financieras tras la crisis que estalló hace un año, pero el presidente anfitrión, Barack Obama, deberá seguramente enfrentar sugerencias para que frene el gigante déficit corriente de su país, y a que vigile de cerca la salud de su moneda.
China fue el primero en hacer sonar la alarma ante las previsiones de déficit público estadounidense, que según la Casa Blanca podría llegar al billón (millón de millones) de dólares en una década.
Las primeras quejas las emitió el primer ministro chino Wen Jiabao en marzo. Su país cuenta con las mayores reservas denominadas en dólares del mundo: unos 800.000 millones en bonos, unos dos billones en líquido en el Banco Central, bajo la supervisión del gobernador de la institución, Zhu Xiaochuan.
Zhu quiere que la nueva unidad de reserva internacional se base en los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional, una propuesta que suscitó la adhesión de Rusia y Brasil entre otros.
«Esos países se están dando cuenta de las pérdidas que sufrirían si la inflación afectara a las reservas en dólares que poseen», resume Richard Cooper, profesor de Economía Internacional de la universidad de Harvard.
No hay alternativas claras al dólar sin embargo, considera este experto.
«El dólar seguirá siendo la moneda internacional dominante, gracias a la estabilidad de nuestro sistema político y del Estado de Derecho, algo que no está en vigor en muchas otras economías», explicó Irwin Stelzer, director de estudios de política económica del Instituto Hudson en Washington.
Algunos inversores, explicó, están comprando euros y otras monedas «pero no en montos que amenacen la primacía del dólar».
Incluso los chinos, con su montaña de dólares en bonos, no se atreverán a devaluar sus reservas, dijo Stelzer.
Inusualmente, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) se ha unido al coro de llamamientos en pos de una nueva moneda de reserva.
Un informe de la UNCTAD aprobó este mes la sugerencia de que se utilicen los DEG del FMI «para pagos internacionales».
Esos DEG sólo han sido utilizados por el momento por los miembros del FMI «básicamente como reserva contable para apoyar transacciones comerciales internacionales», explicó sin embargo Jerome Corsi, autor del boletín especializado «Red Alert».
China, mientras tanto, ha propuesto que las economías del G20 estudien la creación de un fondo para invertir en los países en desarrollo.
«Esos comentarios refuerzan su deseo de diversificar y alentar a otras naciones a ello», explicó Kathy Lien, jefe de estrategia de Global Forex Trading.
Ciertos contratos recientes de compañías brasileñas fueron liquidados en divisas diferentes al dólar, especialmente en Brasil, que podría convertirse en un buen proveedor de crudo en el futuro.