Entre atol de elote y estacionamientos


La tarde de un sábado de estos dispusimos con parte de mi familia trasladarnos a San Lucas Sacatepéquez a tomar atol de elote, de manera que, para transportarnos en un solo vehí­culo, nos zambutimos todos en una camionetilla, con tal de hacer más ameno el paseo.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Aunque detesto las aglomeraciones, me armé de paciencia y resolví­ entrar al folclórico mercado, a sabiendas de que tendrí­amos que caminar apretujadamente, recibir empujones y uno que otro pisotón, antes de tomar asiento en las rústicas bancas de uno de los bulliciosos comedores disponibles.

Pero no es respecto a gastronomí­a guatemalteca lo que les quiero compartir, mis contados lectores colochos, sino lo referente a que previo a nuestra incursión al mercado tuvimos que dejar el vehí­culo en uno de los estacionamientos adyacentes. Como pensábamos que estarí­amos alrededor de media hora disfrutando del atolito con tostadas, pensé que pagarí­amos lo equivalente a una hora por dejar el automotor a buen resguardo (?).

Pero al descender del vehí­culo uno de los empleados del negocio me entregó una boleta, y cuando le pregunté cuánto deberí­a pagar me dijo sin inmutarse que Q15. Seguramente notó mi extrañeza porque me indicó que ese era el valor por tiempo indefinido, es decir, por 10 minutos, una hora, cinco horas, qué sé yo.

Por supuesto que no tuve más remedio que pagar los 15 quetzales, que me pareció una estafa, aunque mi hija que iba en el grupo familiar me dijo en son de reproche: -«En lo que estás vos, papá, si lo comparás con lo que cobran en estacionamientos de las zonas 10, 13, 14 y 15 y hasta de la zona 1».

Dí­as más tarde comprobé lo que me dijo la madre de dos de mis nietos, porque tuve que pagar Q20 por menos de dos horas de estacionamiento en un edificio próximo al Obelisco, cuando acudí­ a consulta con un médico, con la añadidura de que el propietario de ese negocio, al igual que los demás estacionamientos, no se hace responsable por pérdida, deterioro, robo o cualquier daño que sufra el vehí­culo. Así­ de cí­nicos y malandrines.

Entonces me recordé del artí­culo que publiqué el sábado 8 de noviembre pasado, acerca de la iniciativa de ley planteada al pleno del Congreso por el diputado Luis Contreras, cuyo objetivo -se supone- es normar el funcionamiento de los estacionamientos de vehí­culos, para evitar estafas y otras ilegalidades; pero ahora creo que fue una broma de mal gusto porque ya no se volvió a saber de esa propuesta legislativa, posiblemente porque manos invisibles del mercado monetario pudieron haber embarrado la gaveta del parlamentario.

Podrí­a estar equivocado, empero, y posiblemente el diputado Contreras estará cabildeando la aprobación de su proyecto de ley, con el objeto de velar por los derechos de los usuarios de estacionamientos, a fin de terminar con los descarados abusos de los propietarios de esos negocios, que actualmente funcionan sin ninguna regulación, en desmedro de indefensos conductores de vehí­culos, sobre todo si son mensajeros, cobradores, visitadores médicos, vendedores, empleados, pues.

(El astrónomo Romualdo Shepard cavila: No entiendo cómo siendo tan enorme el Universo yo no pueda encontrar un lugar en la calle para estacionar mi vehí­culo).