Con morgues, casas funerarias y tanatorios repletos, las autoridades de esta asolada ciudad del sur de Filipinas organizaron hoy el primer entierro masivo de casi 700 personas que perecieron víctimas de las peores inundaciones monzónicas sufridas por el archipiélago en varias décadas.
Por primera vez en un día, el número de muertos causados por el desastre del viernes por la noche no aumentó, aunque sí el número de desaparecidos. Según las cifras oficiales son 82, pero la Cruz Roja filipina sostiene que son 800.
La discrepancia resalta la dificultad para precisar el número de personas que podrían estar enterradas en el lodo y los escombros o que podrían estar vivas en centros de evacuación o en otros lugares.
«Perdimos la cuenta de los desaparecidos», dijo Benito Ramos, director de la Oficina de Defensa Civil del gobierno central.
En Iligán, un centro industrial costero de 330.000 personas, el alcalde Lawrence Cruz dijo que los seis tanatorios de la ciudad están llenos y no pueden aceptar ya más cadáveres. El primer entierro de 50 desconocidos tendrá lugar el lunes por la tarde en tumbas individuales en el cementerio municipal, agregó.
«Hacemos esto por razones de salud pública. Los cadáveres se están descomponiendo y no hay sitio para guardarlos, no es un edificio cerrado, ni en un gimnasio», dijo Cruz a The Associated Press.
Agregó que muchos de los muertos en Iligán — 279 según el recuento oficial — «han sido apilados y yacen fuera de las morgues», que se quedaron sin formaldehído para embalsamarlos y de ataúdes para enterrarlos.
«Usamos bolsas de plástico, siempre que estén disponibles», dijo Cruz.
Unas 340 personas murieron en Cagayán de Oro, en su mayoría mujeres y niños y muchos residentes que vivían en las márgenes del río.