«yo nunca pienso en el futuro… viene bastante rápido». Albert Einstein
Retomando el tema de la semana anterior relacionada con el análisis del conflicto habré de referirme en esta última entrega de mi artículo sobre algunas consideraciones importantes que pasan por el análisis de las ideologías, la representatividad de los grupos beligerantes y la capacidad organizativa. Finalmente, a la luz de los académicos sobre la materia, me permitiré exponer mis consideraciones sobre las variables que originan la confrontación y la probable solución, utilizando como ejemplo el añejo conflicto palestino-israelí, modelo que he utilizado para el análisis y solución de otros más.
En los conflictos con profundidad ideológica se tendrá que tener en consideración, adicional a las variables directas, los elementos ideológicos que constantemente varían las posturas que se asumen en la mesa de negociación, así como en las probables soluciones. El mejor ejemplo que se me ocurre con implicación ideológica, es el que se asume desde la doctrina Juche de Corea del Norte, mas allá de las motivaciones económicas, estratégicas o políticas, la postura de constante variación puede representar serios dolores de cabeza y postergar una solución. La solución por cierto puede tener implicaciones temporales y definitivas, este es otro aspecto que tendrá que considerarse en la bidimensionalidad de la negociación: espacio-tiempo.
Sobre el tema de la representatividad de los grupos confrontados, la misma se legitima una vez se acepta la negociación por cualquiera de las partes, en las negociaciones que se denominan entre grupos regulares e irregulares, el Derecho juega un papel importante. Personalmente, considero necesario soslayar del debate este juego de palabras y simplemente negociar, al final el resultado que se traduce en acciones de reconciliación es lo que realmente importa.
La capacidad organizativa al análisis de mi entendimiento del conflicto no se encuentra vinculada directamente con la capacidad de reacción sino más bien con la capacidad de representatividad. La representatividad en todo caso genera organización. No se debe desestimar en ningún momento a ningún grupo que desee negociar, las sociedades modernas se edifican escuchando y haciéndose escuchar en un diálogo directo, la democracia se fortalece en ese diálogo y la gobernabilidad en definitiva se sustenta sobre la capacidad de diálogo. También se hará necesario dimensionar, se puede realizar a varias bandas y por su temporalidad y ubicación puede ser: bilateral permanente, bilateral temporal, multilateral temporal y multilateral permanente, todo depende de la agenda de la negociación. Antes de encontrar solución a una problemática se debe definir una hoja de ruta, una agenda que debe ser consensuada y respetada por los actores, como en un guión, no se permite la improvisación.
Para los que se interesen en la teoría de la negociación, les dejo algunos elementos teóricos para que profundicen en ellos. La teoría de Herman Schmid y el tema de la polarización de los conflictos, «conflictos latentes». John Burton y lo que denomina «acción unilateral anticipada» en lo que se refiere a la reserva de una amenaza sin el uso de la fuerza. El modelo de negociación de Harvard «Gana – Gana» (Yo gano en la medida que tú ganas). Galtung y su modelo de paz positiva, inspirador de las Naciones Unidas «Peacemaking». Mary Parker y su intercambio integrativo desde el cual se genera guerra y paz. Rapaport y el elemento del poder; Elise Boulding y los talleres para imaginar un futuro deseado. Thomas Schelling y la teoría de la Negociación con sus famosos juegos de negociación. Herbert Kellman, con sus talleres de prenegociación utilizado. Wye River, Burton y Azar y el conflicto social prolongado, arraigado o estructural. Esto es solamente una muestra que en su momento utilice para teorizar sobre conflictividad mundial que es una materia propia de la ciencia política y de las relaciones internacionales.
Para finalizar, habrá que tener en consideración que la diplomacia es la manifestación más pura de la negociación, de las buenas costumbres, del buen trato, de la solución por la vía pacífica; la diplomacia se vale de otras técnicas conocidas como protocolo y ceremonial y que en esencia no son lo mismo. El protocolo es en sí mismo un procedimiento serio y ordenado, el ceremonial resulta siendo la manifestación más pura de las costumbres, es más bien antropológico. Un buen negociador jamás deberá aplicar reglas de protocolo (forma), en todo caso, habrá de adaptarse a las circunstancias del entorno, más que analizarlas, percibirlas, un buen negociador tiene ese sexto sentido que lo ubica inmediatamente en el campo y le permite visualizar la solución más allá de la mesa de negociaciones. Un buen negociador en definitiva es analítico e intuitivo.