Entendiendo el Baktum (V)


Luis-Fernandez-Molina_

En su cotidiana vivencia los mayas utilizaban simultáneamente dos calendarios que discurrían de forma totalmente independiente (aunque tenían algunos puntos de concomitancia). El primero de ellos es el típico calendario solar que tiene como referente la posición del sol de un periodo a otro (que es de 365.24 días). Este primer calendario es virtualmente el mismo que usamos hoy día, imprescindible para nuestra diaria actividad; data las fechas conforme el número de vueltas (años) que se han dado desde determinado evento que marca el punto de partida.

Luis Fernández Molina


Un año maya es un “tun”; 20 tunes es un Katum, 20 años; y  20 katunes conforman un Baktum, 400 años (con la reserva de que el año maya es de 360 días). El uinal, algo así como nuestros meses, es de 20 kines (días), pero no lo incluyo en el listado anterior pues no tiene directa relación con los katunes y baktunes. Este primer calendario es el que cobra sentido cuando hablamos del 13 Baktum, por cuanto lo que estamos por celebrar no es más ni menos que el cierre de un periodo de 400 años. Puede entenderse como un calendario linear, esto es, que arranca de un punto y avanza registrando las diferentes unidades (días, años) que se van acumulando; en cambio el Tzolkín es un calendario circular porque parece que constantemente da vueltas de 260 días con abstracción del número de giros que ha dado. Este segundo registro llamado del Orden de los Días o Tzolkín, es un calendario sagrado que nada tiene que ver con los movimientos de los astros, su verdadera esencia la debemos buscar en las profundidades de la mística mesoamericana.
Para tratar de entender la dinámica del Tzolkin vamos a ubicarnos imaginariamente frente a un pizarrón largo en el que aparecen 20 columnas, arriba de cada columna está un dibujo significativo de un animal (pájaro, maíz, culebra) o de un concepto o elemento abstracto (lluvia, trueno, muerte). Los dibujos y las rayas verticales de nuestro pizarrón van a estar pintados esto es, que van a ser fijos. Luego tomamos un yeso y empezamos a numerar en sentido horizontal del 1 al 13; cuando termina el trece seguimos nuevamente con el 1, el 2, el 3  y seguimos escribiendo números hacia la derecha, al llegar al tope seguimos al principio de la línea de abajo y así sucesivamente. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 –  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 – 1, 2, 3, (…) en secuencia infinita. Se van a formar una serie de cuadros con combinaciones de parejas distintas compuestas por un número y un signo. Cada combinación tiene distinta identidad y característica aunque tengan el mismo signo porque no es lo mismo 1 Culebra que 2 Culebra. Como son 20 figuras y son 13 números que se repiten, la secuencia se reinicia hasta que se completan los 260 cuadros. Los 20 símbolos, según el criterio más aceptado son: Serpiente de Agua, Viento, Noche, Maíz, Culebra, Muerte, Venado, Estrella, Agua, Perro, Mono, Diente, Junco, Jaguar, Pájaro, Buitre, Terremoto, Cuchillo, Trueno, Rey (Jefe).
Comentaba en columna anterior que lo más cercano que tenemos del concepto de Tzolkín es la fecha viernes 13, no por el posible aspecto supersticioso sino por el hecho de que la coincidencia de dos registros otorga una personalidad especial a ese día. La información que se derivaba del Tzolkín era muy importante para la fecha de nacimiento u otra actividad de las personas.  (Continuará).