Enormes intereses están en juego


Oscar-Marroquin-2013

Para la inmensa mayoría de la población guatemalteca las elecciones en el deporte federado y en el Comité Olímpico no tienen gran relevancia porque, al fin y al cabo, se trata de una decisión que toman entre sí quienes conforman la llamada dirigencia deportiva. De hecho, tales elecciones a lo más que llegan es a una especie de juego de sillas musicales en el que se van relevando los mismos cuando llega el momento en que ya no pueden reelegirse o no tienen interés en hacerlo, pero dados los procedimientos de “elección” es prácticamente imposible que alguien que llegue de afuera pueda desbancar a quien tiene el acceso a los medios económicos para “trabajar” con sus electores, sean éstos los dirigentes de las asociaciones departamentales o de las mismas federaciones.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


El caso, sin embargo, es que por mandato constitucional el tres por ciento del Presupuesto General de la Nación tiene que destinarse al deporte y de eso la mitad va para el deporte federado, todo ello en el marco de la famosa Autonomía del deporte que exigen las federaciones internacionales, muchas de las cuales son verdaderos ejemplos de corrupción y tráfico de influencias, como se ha demostrado en casos como la FIFA y el mismo Comité Olímpico Internacional, no sólo con la venta de votos para designar las sedes de competencias, sino también mediante asignaciones que, como hacen las federaciones locales, sirven para asegurar votos y garantizar la inamovilidad en el manejo de millonarias sumas.
 
 Hace unos años la dirigencia deportiva en nuestro país era un negocio poco atractivo porque no existían recursos. Los federativos y especialmente los del Comité Olímpico, le sacaban raja a los viajes con gastos pagados para ellos y su extensa parentela, acreditados todos como representantes del deporte nacional aunque del mismo no entendieran ni jota. Las cosas cambiaron radicalmente a partir de 1985 porque la Constitución Política que cobró vigencia entonces estableció el aporte constitucional para fomento del deporte y empezó a fluir el dinero en forma que no tenía precedente.
 
 Poco cambió en cuanto a los mecanismos de elección y selección de la dirigencia deportiva porque, como repito, se calcan los procedimientos que se siguen en las federaciones internacionales y en el Comité Olímpico, donde se invierten recursos para asegurar la lealtad de los electores y de esa cuenta las elecciones son un puro trámite para mantener a la camarilla que tiene el poder. El caso más conocido, sin duda, es el de la Federación Internacional de Fútbol, la millonaria FIFA, donde las respectivas confederaciones, integradas por las federaciones nacionales, juegan un papel fundamental en la dirección del negocio que mueve cantidades inmensas de dinero. El fútbol, como el deporte en general, es un gran negocio que se nutre con la pasión de los aficionados que sacrifican lo que haga falta por estar con los atletas de sus simpatías. Y los escándalos por la venta de votos son ya abrumadores pero no por ello existe el menor interés o movimiento para reformar los procedimientos a pesar de que todo el mundo sabe que hay trinquete y que los dirigentes se vuelven millonarios.
 
 Guardando las distancias y proporciones, se puede decir que en Guatemala funciona todo con idéntica precisión. Es más, los escandalosos procedimientos de elección este año, cuando han salido tantos trapos sucios a relucir, no producen ninguna reacción porque todos nos resignamos a que no es de nuestra competencia meter la cuchara en un asunto que, a lo sumo, dejamos a los expertos de la prensa deportiva. El pisto que se mueve, sin embargo, no es de los dirigentes, ni de los atletas, mucho menos de los cronistas deportivos. Es pisto de los guatemaltecos a los que, para variar, nos ven la cara de babosos.