Enorme solidaridad


El torpe intento de la gente de Gobierno para intimidar a La Hora desató una oleada de solidaridad impresionante que tiene como común denominador la preocupación de la ciudadaní­a por el avance de la intolerancia gubernamental que está pasando de castaño a oscuro. La Hora a lo largo de sus 90 años de existencia (que cumplirá a mediados de este año), ha sido objeto de infinidad de ataques, porque es norma general que todos los polí­ticos que buscan el apoyo de la Prensa cuando son candidatos, se voltean en su contra cuando reciben las primeras crí­ticas como funcionarios.


Cuando los actuales «socialistas» renegaban hasta de sus nexos familiares, La Hora estaba allí­ demandando democracia y libertad y soportando censura por ello. Algunos de los Marroquí­n éramos más cercanos a Manuel Colom que muchos de sus parientes que hoy lo invocan como inspiración, no obstante que en los dí­as difí­ciles de la represión nunca se aparecieron cuando hizo falta. Es obvio que en este Gobierno cada dí­a hay menos tolerancia y que se sienten acorralados cuando el imperio de la Ley les obliga a proporcionar datos que han querido mantener ocultos y por cuyo secreto han batallado con todas sus fuerzas. Es más, ahora mismo, en este fin de semana, lograron ganar tiempo para que sus huestes trabajen a marchas forzadas en las guaridas donde mantienen febril actividad aún en fines de semana, para arreglar informaciones de manera que no cueste llegar al fondo de los manejos que realizan. Sabemos que vienen dí­as difí­ciles para la Prensa porque mientras más fuerte sea el clamor por la transparencia mayor será la reacción de quienes están comprometidos con el oscuro manejo de los recursos del Estado y, por supuesto, los medios serán objeto de toda clase de ataques con la intención de amedrentar a los que se dejen atemorizar o de minar la credibilidad de los que mantengan vivo el reclamo. Como les dijimos a mucha gente que nos llamó por teléfono ayer, La Hora tiene experiencia lamentablemente en estos gajes del oficio porque es una constante que la mediocridad polí­tica genera siempre mayores niveles de intolerancia y está demostrándose una vez más ese axioma. A esas personas que llamaron, a quienes nos enviaron su solidaridad por mensajes de correo electrónico y a quienes se manifestaron en la edición de Internet del diario, condenando en forma unánime el exabrupto, La Hora no se intimida. El mismo Fiscal General nos habló para expresar su condena a la acción inconsulta de sus subordinados que, por lo visto, responden a órdenes directas de otras esferas, lo que obliga a pensar en lo vital que es la elección en el Ministerio Público y lo que estará en juego cuando Colom nombre al Fiscal.