La semana pasada escribí sobre la participación de grupos y personas con buenas habilidades de comunicación para ser parte de un análisis profundo de un tema de interés mutuo. Que esas habilidades tienen que ser aprendidas es obvio. Pues, ¿dónde se aprenden? Todos sabemos la respuesta a esa pregunta, es en la escuela. Entonces, ¿cómo se logra un verdadero involucramiento, una participación efectiva, un “engagement” activo, que produzca mejor aprendizaje?
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La historia de la educación está marcada por la pasividad de los alumnos que reciben datos e información sin mayor participación activa. Es lamentable que aún encontremos esa situación en más aulas de las que los educadores quisiéramos. No hay que confundir una actividad sin mayor propósito con la necesidad de realmente pensar para hacer propio el tema educativo.
Especialmente hoy día con el uso de la tecnología en el proceso educativo, las llaman las aulas del futuro, vemos sin embargo que se traslada la hoja de trabajo de preguntas que requiere una respuesta del libro o cuaderno a una pantalla, como el mayor cambio. Eso no es usar correctamente el instrumento tecnológico auxiliar para el maestro.
Bueno, a continuación quiero presentar varias consideraciones para ayudar a los alumnos en sus actividades en el aula y fuera del aula, a que sepan cómo participar activamente con buena comunicación para ser parte de un grupo de análisis cuando se les presente la oportunidad de plantear una necesidad común. Obviamente estamos hablando de cómo pensar correctamente como dice el análisis.
Lev Vygotsky dice que la interacción de los niños con personas y su ambiente son los elementos indispensables para el aprendizaje. Es la combinación de lo sabido y lo próximo, lo nuevo a aprender. La demostración de lo aprendido es poder explicar, enseñar a otros lo aprendido. Si se puede hacer eso entonces el alumno no va a olvidar el tema. Quiere decir que lo puede aplicar en el futuro en sus comunicaciones, interactuando con otras personas.
Dentro de la estrategia de enseñar cómo explicar un asunto, está también poder dar a entender cuáles son las consecuencias de una decisión tomada. Toda acción humana tiene una consecuencia, buena o no, de la que hay que responsabilizarse.
El aprendizaje de esos puntos requiere de las oportunidades que se les den a los alumnos en el aula para usar y practicar en forma multisensorial esas habilidades.
Además del uso del cerebro/mente, hay que saber cómo controlar las emociones que están presentes en toda relación de unos con otros.
Recientemente hice énfasis en la colaboración como una de las habilidades indispensables para este siglo. Esta habilidad es básica, no sólo importante para poder buscar soluciones a situaciones difíciles que nos toca vivir a todos. Solos, no se puede.
Todo consiste en dar oportunidades a cada alumno para que puedan participar involucrándose personalmente en el proceso educativo.