Endurecen amenaza de alza


El Banco Central Europeo (BCE) endureció ayer sus amenazas de alza de las tasas en caso de riesgo de espiral inflacionaria ligada a un aumento de sueldos, cuando en Alemania los sindicatos se muestran más combativos que nunca en sus reivindicaciones.


La Reserva Federal estadounidense y el Banco de Inglaterra (BoE) ya flexibilizaron sus tasas y probablemente lo seguirán haciendo, aunque el BoE dejó ayer sus tipos sin cambios en 5,5%.

El BCE, de su lado, se dice listo «para actuar de manera preventiva» a fin de evitar todo riesgo de alza de los precios, declaró su presidente, Jean Claude Trichet, en una conferencia de prensa en Francfort (oeste).

Sus declaraciones encubren la amenaza de un nuevo aumento de la principal tasa de interés, que ayer fue mantenida sin cambios en 4%.

El BCE no se halla en la misma longitud de onda que sus colegas de Estados Unidos y Gran Bretaña.

La coyuntura de la Eurozona permanece fundamentalmente «sana», según Trichet, a pesar de los riesgos vinculados a la crisis de los mercados financieros, mientras que en Estados Unidos y el Reino Unido están en clara desaceleración.

Pero si el BCE siente todaví­a la necesidad de agitar la amenaza de un alza de las tasas es a raí­z de los «efectos secundarios», su obsesión, en particular un aumento de la inflación permanente ligada a un alza de los sueldos.

La inflación, alimentada por la subida de los precios del petróleo y de los alimentos, se encuentra en su máximo nivel en seis años y medio en la Eurozona. En diciembre, se ubicó otra vez en 3,1% interanual, y deberí­a seguir elevada en los meses venideros.

En Alemania, donde comienzan ayer las negociaciones salariales para los funcionarios del Estado y las comunas, los sindicatos consideran legí­timo reclamar alzas salariales consecuentes -de hasta 8%- para preservar el poder de compra de los asalariados, que se ajustaron los cinturones en el paí­s desde hace varios años.

Pero a los ojos del BCE, fuertes aumentos de salarios tendrí­an efectos catastróficos al transformar una tensión sobre los precios considerada provisoria en un fenómeno duradero.

El BCE «no tolerará» una espiral alcista de inflación-salarios, aseguró Trichet, que exhortó a los 15 paí­ses de la zona euro -Chipre y Malta se unieron al club del euro el 1 de enero- a negociar acuerdos salariales que no pongan en peligro la sacrosanta estabilidad de los precios.

«Les pedimos que se comporten razonablemente», declaró.

Para machacar el pedido, el presidente del BCE reveló que el Consejo también habí­a sopesado «los pro y los contra de un aumento de las tasas directrices», aunque finalmente optó por el status quo de «manera consensual».

Un recorte de las tasas, sin embargo, no fue debatida. Y la posición de la polí­tica monetaria «ciertamente no es neutra», precisó Trichet, al sugerir que sigue orientada hacia un endurecimiento de las condiciones del crédito.

Sin embargo, la mayorí­a de los economistas consideraban esta hipótesis poco probable ayer.

El BCE sigue «ladrando, pero no morderá», resumió Michael Schubert, economista del Commerzbank.

Cuando la Eurozona sienta a pleno los efectos de la desaceleración económica en Estados Unidos, la crisis del «subprime» y el alza de los precios del petróleo, «es probable que el BCE se interese más en las amenazas que pesan sobre el crecimiento que en los riesgos inflacionarios», estimó Clemente De Lucia, economista del banco francés BNP Paribas.

Las tasas directrices podrí­an bajar durante el segundo semestre.

Pero Holger Schmieding, del Bank of America, gran conocedor del BCE, defiende otra opinión. Para él, la economí­a de la Eurozona se recuperarí­a en el verano boreal. Y «el próximo gesto del BCE bien podrí­a ser un alza» de las tasas de interés.