Hasta el cansancio hemos repetido el impacto que la irresponsabilidad fiscal ha tenido en otros países donde ha sido necesario adoptar políticas de ajuste que se traducen en perjuicio porque merma la calidad de vida de los habitantes. Europa, especialmente en Grecia, Italia, Portugal y España, son ejemplos claros del impacto que tiene una actitud oficial de gastar más de lo que se tiene, puesto que los elevados déficits se tradujeron en préstamos para financiar el gasto público y ahora, cuando hay que pagar la deuda, se sacrifica a los ciudadanos para disponer de recursos.
En Europa, a diferencia de lo que ocurre con Guatemala, el castigo se aplica a una población que goza de bienestar porque al menos parte de lo que gastó el Estado se usó para subsidiar a la gente más necesitada y ofrecerle así mejores condiciones de vida. Los niveles de pobreza en esos países no tienen parangón con los niveles de pobreza que hay en Guatemala y por ello, si a nosotros nos llega la necesidad de aplicar políticas de ajuste para compensar la irresponsabilidad de nuestras autoridades, castigaremos severamente a familias que ya viven en situación de pobreza o de pobreza extrema.
Otro factor es que el dinero que se obtiene del financiamiento local o extranjero no es utilizado para impulsar el desarrollo porque desafortunadamente los niveles de corrupción son extraordinarios, alcanzando proporciones estratosféricas. Los fondos provenientes de préstamos irán a parar a las fortunas de políticos y empresarios que se reparten el botín del erario. Esa realidad es incuestionable porque en nuestro país no hay inversión para el desarrollo y todo proyecto está íntimamente ligado a intereses vinculados con tráfico de influencias y corrupción. Las mismas instituciones internacionales de crédito, que se supone tienen que supervisar los préstamos y su destino, forman parte del perverso juego de la corrupción porque en Guatemala así es el sistema.
Endeudar a los guatemaltecos para financiar las casas de lujo, las propiedades e inversiones de los políticos de turno, es criminal. Endeudar a las generaciones futuras para garantizar que los financistas de campaña puedan levantar utilidades que únicamente se explican por los malos manejos de los recursos del Estado es inaceptable desde todo punto de vista.
Tenemos que ser categóricos en decir que este gobierno ha superado a los anteriores, lo cual en el papel parecía totalmente imposible, no sólo en el descaro para el manejo de los recursos públicos, sino en la voracidad para obtener esos recursos ya sea mediante el alza de impuestos o el endeudamiento grosero que compromete a varias generaciones.
Minutero:
El país es manoseado
para asegurar el trinquete;
y el Congreso es usado
para jugar quien quilete