Enderezar el rumbo del Ministerio Público


  Muchos guatemaltecos que no militan en partidos polí­ticos ni se fanatizan por determinado candidato presidencial, una vez concluido el proceso electoral  esperan que el nuevo gobernante cuente con los suficientes atributos para conducir apropiadamente los destinos de la nación, porque de su integridad, capacidad, idoneidad y otras cualidades, además del equipo de trabajo que lo acompañe, depende el futuro del paí­s durante los próximos cuatro años, a partir de la fecha en que el mandatario asume el poder.

Eduardo Villatoro

Sólo los más enconados adversarios de novato Presidente, los polí­ticos de profesión que militan en partidos antagónicos al recién estrenado régimen esperan, desean y confí­an fervientemente que el nuevo Gobierno fracase rotundamente, aunque el malogro arrastre consigo a toda una población, porque la aspiración de mayorí­a de los polí­ticos es alcanzar su bienestar personal y de su facción partidaria, y no del paí­s, aunque en las campañas electorales reiteren consignas a favor de la democracia, la libertad, la paz y blablablá.

 Traigo a cuenta lo anterior para referirme a la asunción del nuevo Fiscal General de la República y Jefe del Ministerio Público, el doctor Conrado Reyes Sagastume, quien, como se sabe, fue designado por el presidente ílvaro Colom al escogerlo entre los seis abogados finalistas que, a su vez, habí­an seleccionado los miembros de la Comisión de Postulación entre alrededor de una treintena de aspirantes a suceder al licenciado Amí­lcar Velásquez Zárate, en medio de señalamientos, acusaciones fundadas o sin sustento, amparos o triquiñuelas legales de quienes no estaban de acuerdo con el procedimiento desarrollado.

 El caso es que al frente del Ministerio Público se encuentra un abogado cuyas ligeras «tachas» carecí­an de sustentación, de modo que se desprende que se trata de un jurista honesto y capaz, a juicio de los comisionados y del propio gobernante, y de quien se espera que logre enderezar el rumbo de una institución cuyo desempeño es fundamental para la persecución del delito y, en consecuencia, para combatir la impunidad, la corrupción generalizada, al crimen organizado y la delincuencia en su conjunto. No se trata, entonces, de un cargo que cualquier picapleitos pueda ocupar sin solvencia y autoridad moral y sin conocimientos jurí­dicos, especialmente en el ramo penal.

 El fiscal general Reyes Sagastume -ya lo han dicho con otras palabras, con seriedad y propiedad otros columnistas, como el caso de í“scar Clemente Marroquí­n- asume una grave responsabilidad y una brillante oportunidad, «única e irrepetible, para hacerle un enorme servicio a la patria», subrayaba atinadamente el Director General de La Hora, de tal manera que lo menos que podemos ambicionar los guatemaltecos de a pie, ajenos a intereses polí­ticos o de otra í­ndole, es que el recién estrenado Jefe del Ministerio Público logre los propósitos que se ha fijado y externado al asumir el cargo.

 Que el Omnipotente lo ilumine y lo guí­e en beneficio de la población.

(Ante los cambios anunciados por el nuevo Fiscal General, un negligente empleado del MP de repente comienza a cojear. El auxiliar fiscal Romualdo Tishudo le pregunta: -¿Por qué caminás cojeando? -Es que ando con un pie aquí­ y el otro en la calle).