El 12 de octubre se ha convertido en un día muy controversial, especialmente para los pueblos indígenas de Latinoamérica. Tradicionalmente se define como el Día de la Raza, el cual tenía una connotación peyorativa para nuestro continente.
Asimismo, se puede asumir la misma postura para los siguientes epítetos: «El Descubrimiento de América» (si se descubrió, ¿por qué estaba habitada?); Día de la Hispanidad (pero no sólo los españoles deben celebrar el día), etc.
De un tiempo atrás, se aceptaba como certera la visión hegemónica de que los españoles habían descubierto América y que, en consecuencia, había que agradecer con un millón de gracias a los peninsulares, por habernos heredado su cultura.
Sin embargo, desde hace unos 15 años, la visión ha tratado de ser más equilibrada, y de asumir una visión desde los vencidos, los conquistados o los «descubiertos», para valorar, no sólo el componente español de este encuentro, sino también lo indígena.
No se trata tampoco de despreciar por completo lo hispánico; tanto lo español como lo americano han logrado configurar una cultura contemporánea.
Sin embargo, lo español sigue siendo lo más estudiado, lo más entendido, mientras que los rasgos eminentemente indígenas aún se conciben desde cierta visión hegemónica.
Llámese como se llame. Lo cierto es que ese 12 de octubre de 1492 el mundo empezó a dar vueltas un poco más vertiginosas. La configuración del planeta se formaba por fin en su totalidad, y una nueva era transformó a la sociedad, sobre todo a la nuestra.
Si hay algo que celebrar este 12 de octubre, que no sea la Conquista, ni la visión de los vencedores y vencidos; que no sean las muertes ni el «choque» de dos mundos. Celebremos la fusión de las culturas, la síntesis de dos mundos, y la riqueza y la gran variedad de las expresiones culturales que existen en el mundo hispánico.