Encuentran restos de 20 víctimas del conflicto


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La Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) exhumó los restos óseos de 20 personas víctimas del conflicto armado interno, en una fosa común ubicada en la comunidad “El Adelanto”, del cantón Pujujil II, municipio de Sololá.

Por Alfonso Guárquez
SOLOLÁ / Agencia CERIGUA

Luego de un estudio científico efectuado por la FAFG, las 20 osamentas humanas fueron identificadas y entregadas a sus familiares, veladas e inhumadas en el cementerio general de la localidad, se indicó.

Los sobrevivientes recordaron que sus seres queridos fueron torturados y masacrados por elementos del Ejército de Guatemala, en la década de los años 80, durante el conflicto armado interno que cobró la vida de más de 200 mil personas, entre muertos y desaparecidos.

Manuel Samines Cuc, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode), de la localidad, recordó que fue entre 1981 y 1982 que el ejército ingresó a la comunidad y efectuó varias masacres, pero se desconocía el lugar donde habían sido enterrados.

Posteriormente dieron inicio las gestiones para que expertos; fue hasta esta semana que se logró la exhumación de las víctimas; nunca imaginamos que nuestros familiares estaban enterrados en la misma población, dijo Samines.

Santos Mendoza, de la Defensoría Indígena de Sololá, comentó que en todo el proceso se dio acompañamiento a la población; los sobrevivientes exigen justicia y castigo conforme a la ley a los responsables de esta masacre, en la que fueron asesinados mujeres, niños y ancianos.

Feliciana Macario, de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua), dijo que la masacre probablemente se llevó a cabo el 15 de abril de 1982; ese día los soldados habrían llegado a las 7 de la mañana, mataron a quienes encontraban en el camino y se dirigieron a las casas; a algunas personas les dio tiempo de refugiarse en las montañas cercanas y otras no tuvieron la misma suerte.

Los cuerpos de las víctimas fueron enterrados en fosas comunes de apenas un metro con 50 centímetros; las osamentas muestran señales de torturas con torniquetes, sogas en el cuello y proyectiles de armas de fuego, concluyó Macario.