Encrucijada política


Editorial_LH

Cualquiera hubiera sido la diferencia a favor de Nicolás Maduro en la elección en Venezuela, la oposición iba a proclamar fraude porque la ausencia de Hugo Chávez abre para ellos el escenario de una transformación en el país, tomando en cuenta que la figura del sucesor designado por el mismo Chávez antes de morir no llega a tener ni el liderazgo ni la estatura política del promotor de la República Bolivariana de Venezuela. Si la diferencia hubiera sido abrumadora habrían gritado fraude y lo mismo hicieron con una diferencia realmente pequeña, lo que coloca al país al borde de situaciones verdaderamente difíciles.


Desde la muerte de Chávez se sabía que venían días de convulsión para los venezolanos. No se puede comparar la situación de ese país latinoamericano con la de Cuba, por ejemplo, donde la consistencia del régimen tiene raíces en la formación que durante décadas han recibido generaciones enteras de cubanos que se consideran revolucionarios y defensores del régimen. Tras la muerte de Chávez y sin un sucesor sólido que sea visto por los chavistas como garantía de sobrevivencia del régimen, es natural que se produzca una reducción importante del respaldo y ahora empieza una etapa en la que Maduro tendrá que demostrar su capacidad para reinventar el chavismo a partir de la desaparición del líder, y enfrentado a una creciente oposición que gozará del indudable respaldo no sólo del gran capital en la misma Venezuela, sino también de la ayuda norteamericana, porque Washington no oculta su malestar por las posturas de ese gobierno.
 
 Una elección abrumadora hubiera dado a Maduro el poder suficiente para navegar con más tranquilidad en las turbias aguas que se le vienen y si iban a hacer fraude, seguramente hubieran buscado ese colchón de seguridad. Hacer fraude para quedar con una especie de victoria pírrica hubiera sido insensato, a nuestro juicio, porque ese resultado pone en serios aprietos la gobernabilidad de un país muy confrontado en donde las disputas se irán multiplicando a lo largo de los próximos meses, con un reducto del chavismo peleando su subsistencia y una oposición vigorizada por la ausencia del principal enemigo y fortalecida por la afluencia de recursos que sin duda marcará una época distinta en la correlación de fuerzas.
 
 Lo único cierto en estas circunstancias es que Venezuela queda convertida en un país en disputa, donde el chavismo y las fuerzas conservadoras harán uso de todas sus armas para imponerse sobre el adversario y eso es aviso de dificultades muy serias para la población que terminará pagando los platos rotos.

Minutero:
Ya sin Chávez el chavismo 
demostró que no es lo mismo; 
ahora se le viene a Maduro 
un proceso más bien duro