Encrucijada energética


Revisión. Unos pobladores observan la planta de energí­a nuclear de Seúl, Corea del Sur. La AIE pide revisar el uso de la energí­a nuclear, que ahora se produce más limpiamente.

El mundo, atrapado entre dificultades para abastecerse en energí­a y la necesidad de no deteriorar el medio ambiente, debe revisar rápidamente su polí­tica energética -recurriendo incluso a la fuente nuclear- si quiere resolver este grave problema antes de 2030, exhortó hoy la AIE.


En su informe anual publicado el martes, World Energy Outlook, la Agencia Internacional de Energí­a (AIE) da su respuesta al «mandato» que le confiaron el año pasado los jefes de Estado y de gobierno de los ocho paí­ses más industrializados (G8), durante su cumbre de Gleneagles (Gran-Bretaña).

Entonces, el G8 habí­a considerado prioritaria la problemática energí­a-clima. El informe de la AIE coincide además con la 12ª conferencia internacional sobre el clima que acaba de iniciarse en Nairobi, bajo la égida de la ONU.

El planeta está «confrontado a una doble amenaza: la de no disponer de abastecimiento suficiente y seguro a precios abordables, y la de perjudicar al medio ambiente por un consumo excesivo», subraya la AIE, agencia creada tras el primer choque petrolero para aconsejar a los paí­ses ricos de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos).

El abastecimiento en energí­a vuelve a ser «una prioridad absoluta», pero es llevado a cabo de tal forma que «amenaza con deteriorar grave e irreversiblemente el medio ambiente, especialmente al modificar el clima del planeta», se lamenta la AIE.

Como en sus precedentes informes, la AIE estudia varios escenarios. Presenta el llamado «de referencia», que augura las tendencias futuras si las polí­ticas actuales se mantienen tal cual, sin ser modificadas. En cambio, el escenario denominado «alternativo» ilustra aquello hacia lo que deberí­a tenderse para limitar los daños.

En el primer escenario, calificado de «no sostenible», la AIE prevé un aumento de la demanda de energí­a primaria de 53% entre 2004 y 2030, un 70% de ella procedente de los paí­ses en desarrollo.

La agencia revisa también al alza el coste -ya enorme- de las inversiones necesarias para «satisfacer la creciente voracidad del mundo» en energí­a, que pasa a 20 billones de dólares (contra 17 billones hace un año). Los autores explican esta diferencia por la fuerte inflación vinculada a la actividad del sector.

Siempre según esta hipótesis, China superarí­a antes de 2010 a Estados Unidos como primer emisor mundial de dióxido de carbono (CO2).

Semejante escenario «demuestra hasta qué punto es urgente que actúen los poderes públicos. Cada año de retraso en la aplicación de polí­ticas» correctoras «tendrí­a un efecto desproporcionado en las emisiones» de CO2, advierte el informe.

Pero nada de esto es necesariamente inevitable, insiste la AIE en su mensaje a los gobiernos. Las conclusiones del escenario «alternativo» demuestran en efecto que «la economí­a mundial puede desarrollarse incluso utilizando menos energí­a», asegura en el informe el director ejecutivo de la Agencia, Claude Mandil.

El informe sugiere para ello un ’cóctel’ de medidas de ahorro de energí­a, una mejora de la eficacia energética y un mayor recurso a las energí­as alternativas a los hidrocarburos.

También subraya que las perspectivas del sector nuclear «vuelven a ser prometedoras» y recomienda un fuerte aumento de sus capacidades de producción, de 368 gigawatios (GW) actualmente a 519 GW en 2030.

En ese año 2030, si el mundo hubiera adoptado el escenario «alternativo», la diferencia en términos de consumo de energí­a serí­a gigantesca, equivalente al consumo actual de China, es decir un 10% del consumo mundial.

Alternativa a hidrocarburos

La energí­a nuclear ha demostrado ya ser una energí­a limpia y fiable, y por ello debe ser uno de los pilares básicos de las fuentes energéticas en los próximos 25 años, indicó hoy la Agencia Internacional de Energí­a (AIE) en su informe anual.

Mientras vuelve a emerger la preocupación sobre la seguridad energética, por la subida de los precios y los problemas de emisión de dióxido de carbono, la energí­a nuclear permite fabricar electricidad a gran escala y reducir tanto la dependencia frente al gas natural como las emisiones de CO2, subraya la AIE en su World Energy Outlook.

La energí­a nuclear es actualmente producida por 443 reactores repartidos en 31 paí­ses, y supone el 15% de la electricidad mundial, unos 368 gigawatios en 2005, recuerda el informe.

La mayorí­a están situados en los paí­ses ricos de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos).

Si se mantiene la tendencia actual, sin cambios significativos en la polí­tica de los gobiernos (lo que la AIE denomina su «escenario de referencia»), la capacidad deberí­a incrementarse a 416 gigawatios en 2030. Ello supondrí­a una cuota mundial energética del 10%.

Pero ello puede ser insuficiente, asegura la AIE, que aboga por un aumento de las capacidades hasta 519 gigawatios en 2030 (14% del total mundial).

«Estamos en una ví­a energética a la vez vulnerable, sucia y cara», afirmó recientemente el economista jefe de la OCDE, Fatih Birol. En cambio, el nuclear permitirí­a dirigirnos hacia «un sistema más limpio, menos costoso y más seguro».

Los recursos de uranio presentan en efecto la ventaja de ser «abundantes y estar bien repartidos en el planeta», subrayan los autores del informe. Por otra parte, los costes de producción de la energí­a nuclear parecen menos volátiles que los de los hidrocarburos, ya que el combustible sólo representa una pequeña parte de la inversión en el sector nuclear.

Estas dos ventajas convierten a la fuente nuclear «en una muy buena opción para reforzar la seguridad del abastecimiento en electricidad», asegura la AIE.

Varios gobiernos ya trabajan en la opción de retornar a la energí­a nuclear. Es el caso de Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, China o Rusia, que se aprestan a reactivar o ampliar sus programas en este sentido.

A fines de mayo pasado, el presidente estadounidense George W. Bush subrayó la necesidad para su paí­s de que se reanudara la construcción de centrales nucleares, suspendida tras el accidente de Three Mile Island en 1979, para reducir la dependencia de Estados Unidos ante el petróleo y ante las fuentes de energí­a importadas.

A favor de investigación

El Papa Benedicto XVI se pronunció ayer a favor de que se investigue sobre las fuentes de energí­a alternativa que tengan en cuenta el respeto del medio ambiente en un discurso pronunciado en el Vaticano ante los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias.

El Papa reconoció que el medio ambiente está «amenazado» y habló de la «necesidad urgente de descubrir fuentes de energí­a alternativas y accesibles a todos».

Para el pontí­fice, los cientí­ficos tienen «responsabilidades morales» en la formación de la opinión pública y deben evitar «divulgar estimaciones alarmantes que no estén apoyadas en datos firmes o que superan sus capacidades», aseguró.

El pontí­fice considera que de todos modos no existe conflicto entre cristianismo y ciencia.

«El ser humano –continuó– no puede depositar en la ciencia y en la tecnologí­a una confianza tan radical e incondicional como para creer que el progreso de la ciencia y la tecnologí­a puede explicar todo y satisfacer plenamente sus necesidades existenciales y espirituales», afirmó.

Para el jefe de la iglesia católica, «la ciencia no puede sustituir a la filosofí­a y a la revelación, dando una respuesta exhaustiva a las cuestiones fundamentales del hombre, como las que conciernen al sentido de la vida y de la muerte, a los valores últimos y a la naturaleza del progreso», dijo.

La academia pontificia, que cuenta con 80 miembros, entre ellos 30 premios Nobel, se reúne en asamblea plenaria cada dos años para debatir un tema.

En estos dí­as la asamblea abordó el tema «Posibilidad de predicción en la ciencia: precisión y limitaciones».