Encarcelando a los candidatos se limpia la ciudad


No cabe duda que hay muchos seres humanos llevados por mal, destacándose los polí­ticos, puesto que no hay modo que entiendan que perjudican el medio ambiente pintarrajeando cuanto espacio encuentren libre, sea de la comunidad o privada. No importa si las pancartas, anuncios, fotografí­as, letreros o como se llamen, afean o estropean el paisaje y hasta perjudican lo que no es suyo. Fue muy notorio que por los antecedentes que a todos constan, los salvadoreños abandonaron la buena costumbre de venir a pasar el descanso de sus ferias agostinas con nosotros y porque ¿qué otra cosa distinta podí­an encontrar en Guatemala, sino la misma sucia y deteriorada imagen que damos a nuestros visitantes, gracias al descuido e indolencia de las autoridades, por más cosmética que les impriman?

Francisco Cáceres Barrios

Diario La Hora publicó recientemente la noticia que el Ministerio de Ambiente exigirí­a a los partidos retirar (incluyendo despintar) la propaganda electoral después de realizados los comicios, cosa que no habí­a advertido antes, hasta que el Tribunal Supremo Electoral prohibiera el uso de piedras, paredes, barandas de puentes, árboles y postes, violando con ello el llamado «acuerdo» a que habí­an llegado previamente. En otras palabras, ha quedado demostrado una vez más que un convenio, acuerdo o pacto polí­tico, al décimo de segundo después de haber sido firmado, sus firmantes se lo pasan por el arco del triunfo. De ahí­ mi propuesta concreta de ¡meterlos a la cárcel a la primera de cambios! De lo contrario, seguiremos en las mismas de siempre, igualito que sus promesas electorales, como aquella que al terminar su mandato no iban a salir disparados a meterse debajo de las enaguas del Parlacen.

La publicación de La Hora, a la que me he venido refiriendo, también decí­a que las autoridades del Ambiente habí­an hecho la denuncia correspondiente al Ministerio Público, pero, disculpen, ¿será posible que esta dependencia vaya a cumplir con la obligación fundamental de velar por el estricto cumplimiento de las leyes del paí­s, cosa que tiene rato de estarle importando un pito? De ahí­ que insista en que la parte coercitiva de la ley sea vitalmente importante y porque si tomamos en cuenta la premisa señalada al principio de este comentario, sin la amenaza de que el candidato puede ir a pasar el resto de su campaña electoral en el tambo, la inmundicia en que ahora vivimos va a ser cosa de siempre.

Nada extraño serí­a encontrarse con un polí­tico quien, después de leer o enterarse de este comentario, manifestara que no hay que ser tan severo o drástico, que perjudicar nuestro medio ambiente al fin y al cabo no es primera vez que ocurre. Sólo así­ podrí­a comprender que hasta el mismo Lincoln haya dicho: «La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor polí­tica».