He recibido libros de autores guatemaltecos que he ido leyendo poco a poco. Uno de ellos es del estudioso de la filosofía Juan de Dios González Martín, titulado. En un silbo suave y apacible, tal como se presenta Dios algunas veces, tras el fuego, según la Biblia. Este libro ha sido escrito a la memoria de Ethel Ríos -esposa del autor- a quien conocimos y de quien admiramos su belleza física y su amabilidad.
Leer esta obra ha sido doloroso porque detalla la evolución del cáncer en una persona amada.
Este libro fue escrito con lágrimas y contiene reflexiones profundas que pueden servir al lector del mismo, por el ejemplo de fe, en Ethel. Hasta el día de su muerte.
Todo el argumento se desarrolla en un tiempo señalado y que va del 1 de marzo de 1998, al 21 de febrero de 1999. A lo largo de estos meses, Juan de Dios intercala, hábilmente, el pasado en el presente y el futuro. No sigue una línea directa en su narrativa, sino presenta, en vaivén temporal, la biografía de Ethel, la historia de un gran amor, en dolorosa remembranza, donde los personajes son también los hijos, Glenda Verónica y Juan Carlos. El autor narra la vida de un matrimonio destruido solamente con la muerte de Ethel.
Si yo no supiera que ésta es una historia verdadera diría que es una novela, trabajada amenamente, con profundo sentimiento, donde la Biblia es básica, junto a la gran sinceridad del autor.
Aquí hay remembranzas de alegrías y penas compartidas en matrimonio. Descripción de viajes, de lecturas, de momentos íntimos. Comprensión de ella para las inquietudes intelectuales de él.
En un silbo suave y apacible está presente la fe cristiana por una vida más allá de la terrenal, razón por la que Ethel supo soportar su enfermedad con enorme valor.
Este libro de Juan de Dios, es un canto para Ethel, con solicitud de perdón, por no haber sido del todo perfecto como compañero de vida.
Juan de Dios, como estudioso de la filosofía va en busca de la verdad, por ello se pregunta ¿En qué consiste la fe? Y se responde: «si Jesús resucitó» no es vana nuestra fe.
Con angustia, el autor dibuja la ausencia de la amada y el reproche por su impotencia para evitar un hecho doloroso.
Este hecho del hombre ante la muerte fue presentado por César Brañas, en su bello poema Viento Negro, dedicado a su padre, tan bien en remembranza como lo hace Juan de Dios. La diferencia entre estas dos obras está en que Juan de Dios, espera la resurrección de Ethel al final de los tiempos y Brañas resucita a su padre y lo ve confundido en la naturaleza, la luz, la música, en todo lo bello que la tierra puede presentar, suave y apaciblemente.