Durante mucho tiempo, los ricos han sabido en cierta medida cómooviven los pobres en todo el mundo. La novedad en el mundo actual es que el secreto mejor guardado para los pobres, esto es, cómo viven los ricos, ha sido revelado. A través de la televisión rural, internet y el mundo digital portable, los estilos de vida de los ricos y de la clase media se transmiten a diario y en colores a sus hogares.
El año pasado, cuando viajé con el presidente Evo Morales a un pueblo boliviano ubicado a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, los lugareños tomaron fotos de nuestra llegada con sus teléfonos inteligentes.
Vivimos en un mundo de desigualdades. Empero, mientras el mundo de los ricos tal vez sea ciego ante el sufrimiento de los pobres, los pobres de todo el mundo están muy conscientes de cómo viven los ricos. Y han demostrado que están dispuestos a actuar.
Las desigualdades perjudican a todos. Por ejemplo, si aumentáramos el empleo de las mujeres hasta alcanzar el nivel de los hombres, el ingreso medio aumentaría el 14 % en América Latina.
Mil millones de personas en situación de pobreza extrema viven con menos de US $1,25 por día, es decir, menos que las monedas sobrantes que muchos de nosotros encontramos en el bolsillo cada noche.
Además, casi 2 mil millones de personas carecen de acceso a energía, mientras que 2500 millones no tienen acceso a servicios financieros básicos. Y todos nosotros -los 7 mil millones de habitantes de la Tierra- nos vemos confrontados con el inminente desastre del cambio climático si no ponemos en práctica hoy un plan acorde con la magnitud del desafío.
Por cierto, las necesidades de desarrollo en el mundo superan con creces la capacidad del Grupo Banco Mundial (GBM) para atenderlas, pero podemos hacer muchísimo más. Al tiempo que aumentamos nuestra capacidad para proporcionar conocimientos y soluciones a nuestros clientes, estamos fortaleciendo nuestra capacidad financiera.
Así, podremos aumentar casi al doble el monto anual del financiamiento que proporcionamos a los países de ingreso medio, que pasará de US $15mil millones a hasta US $28 mil millones al año. Esto implica un aumento de US $100 mil millones en la próxima década en la capacidad prestataria que la institución puede mantener en su balance, hasta llegar a unos US $300 mil millones. A esto se le agrega la mayor reposición de fondos en la historia de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo para los países más pobres, que permitirá disponer de casi US $52 mil millones para donaciones y préstamos en condiciones concesionarias.
Simultáneamente, estamos intensificando el apoyo directo que brindamos al sector privado. El Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), la institución del GBM que proporciona seguros contra riesgos políticos, se propone aumentar las nuevas garantías en casi el 50% en los próximos cuatro años. En tanto, la Corporación Financiera Internacional (CFI), la institución del GBM dedicada al sector privado, prevé incrementar casi al doble su cartera en la próxima década, hasta llegar a US $90 mil millones. En la próxima década, los nuevos compromisos de CFI aumentarán en US $26 mil millones.
Se prevé que el total anual de los compromisos del GBM que se sitúa actualmente entre US $45 mil y US $50 mil millones supere los US $70 mil millones en los próximos años, un aumento sin precedentes para el GBM.
Pero con ello no alcanza, necesitamos alianzas, instituciones internacionales sólidas, un sector privado dinámico y autoridades políticas identificadas con esta causa.
Y lo más importante: Necesitamos unir a todos, en donde se encuentren, en torno a un movimiento mundial para acabar con la pobreza. Todos los sectores sociales a nivel universal deben unirse para lograr que la visión de una economía más justa y sostenible se proyecte en una acción resoluta que será nuestro legado al futuro.
El mundo nos observa.
(*) Jim Yong Kim es el presidente del Grupo del Banco Mundial.