En realidad, pobres los pobres


Oscar-Clemente-Marroquin

En La Hora aplaudimos la iniciativa que tuvo el gobierno anterior para implementar por vez primera en la historia del país los programas sociales que supuestamente tendrían el objetivo de combatir la pobreza y darle a la población más necesitada la asistencia necesaria para satisfacer al menos lo básico, es decir, cubrir niveles de subsistencia. Lamentamos mucho, y lo criticamos, cuando a esos programas se les desvió el sentido para convertirlos únicamente en instrumento de clientelismo electorero sin atender a la población más necesitada sino que dando prioridad al mapa electoral para buscar los sitios donde hubiera más potencial de votos en vez de atender las mayores concentraciones de pobreza.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Pese a todo, algunos de los más pobres del país lograron por vez primera en su vida que el Estado les pusiera atención y les brindara mínimos recursos.  El problema estaba en que la vigencia del programa se veía seriamente comprometida por el manejo político que se hizo de todo el concepto de cohesión social que, bien implementado, hubiera sido una medida realmente revolucionaria para un país como Guatemala.
 
 Hoy en día se están confirmando nuestros temores más claros, en el sentido de que los programas sociales terminarían despareciendo por la politización que se hizo de ellos. En efecto, a este gobierno le importa poco el tema de la pobreza y todo lo que se pudo haber sembrado e iniciado en el período anterior ha sido tirado por la borda sin que exista más propuesta que la de Hambre Cero que tiene todavía poco de concreto para beneficio de la población.
 
 Ciertamente la culpa mayor estuvo en quienes manosearon la pobreza en el país porque con ello aniquilaron la posibilidad de que se pudieran institucionalizar un programa de atención a la gente más necesitada de manera que ningún gobierno futuro pudiera ponerle retroceso a la situación. Pero también tiene culpa este gobierno que ha demostrado tener muy poca sensibilidad social, muy poca preocupación por lo que constituye el drama cotidiano de miles de familias en el país que no tienen los medios necesarios para proveerse siquiera de los alimentos básicos para no sufrir la desnutrición, no digamos la oportunidad de poder aspirar a oportunidades mejores para sus hijos con base en educación y salud.
 
 Por eso es que pienso que pobres nuestros pobres, porque se demostró que puede haber recurso suficiente, aún con la baja recaudación fiscal, para prodigar ayuda a quienes la necesitan. Miles de millones de quetzales del erario fueron utilizados en el gobierno anterior por los que ellos llamaron Programas Sociales y simplemente fueron programas electoreros de captación de voto para fortalecer la candidatura de la primera dama de la época. Si ese dinero se pudo utilizar entonces con tan mala orientación, por qué este gobierno no simplemente les quitó la basura política y los afianzó para que los guatemaltecos que son mayoría tengan acceso a lo básico y puedan mandar a sus hijos a la escuela a mejorar sus conocimientos.
 
 Porque tampoco es que haya habido una readecuación en la asignación de recursos de tal calibre como para pensar que estamos avanzando en otra dirección, que está mejorando la infraestructura o que se está invirtiendo para mejorar la calidad de vida en otros asuntos. Ni siquiera es que la mano dura se haya mostrado para fortalecer la inversión en seguridad en forma tal que se pueda percibir el cambio.
 
 En general, seguimos con los mismos asuntos, los mismos negocios que antes, sin que el pueblo pueda recibir los beneficios de una política social coherente, inclusiva y compasiva que se oriente a que los pobres puedan aspirar realmente a ser cada día menos pobres.