En pos de enmendarle la plana al Renap


Todo apunta a que el Registro Nacional de Personas (Renap), inició sus labores con el pie izquierdo hace tiempo considerable. Como para prestar un servicio eficiente y a menor plazo, en beneficio de millares de público que acude a sus instalaciones a diario. La desatención caracterí­stica genera en el público que salgan echando rayos y centellas.

Juan de Dios Rojas

Cuenta con oficinas más o menos aceptables, ubicadas en sitios estratégicos del área metropolitana, potenciales puntos con miras a desarrollar la total cobertura. Pero, ¡ah! Las colas que reúnen a connacionales de usos y costumbres diferentes, en amalgama para criticar, comentar hechos demostrativos que aun adolece Renap de muchas fallas y deficiencias.

En ese barullo se oyen problemas de naturaleza complicada y se asume que compartirlo entre los demás, significa una catarsis, conscientes eso sí­, de la existencia de alguien que ponga orden, no tolere malos tratos a nadie. Sobre todo urge y es necesaria una mejor coordinación que haga funcionar las piezas al centavo de la burocracia, jóvenes en mayorí­a.

Más importante resulta ser en las dependencias múltiples de Renap, donde es notorio que dan techo económico de orden polí­tico a sus correligionarios. Hoy en el candelero que cambien de actitud con el usuario a quien se deben, y por lo tanto merecen darle la debida atención y cortesí­a que no quita lo valiente. Ganar un cumplido tiene rostro diferente a ceño fruncido y rostro de Barrabás.

Existen sitios como imagino al principio, empero doy fe adonde asistí­, en cumplimiento a lo dispuesto: sótano de Metronorte, zona 17, una verdadera Torre de Babel, en cuanto a los asistentes, dicho no clasista, ni de fustán con pico. El ambiente fí­sico ofrece relativa amplitud, pero necesita más agilidad, menos distractores de su personal, ordenar turnos de almuerzo, a fin que el trabajo no sufra larga espera, fastidiosa.

La constante falla endilgada al Renap, pese a argumentos lí­nea justificativa, consiste sin rodeos, tampoco una tirria. El larguí­simo tiempo que tardan en entregar el DPI, al que atribuyen sus impulsores grandes ventajas. El mí­nimo dizque tres meses, sin embargo, la mayorí­a de damnificados llevan hasta nueve meses en espera, coincidente con la dulce espera materno-infantil.

Este punto, del todo negativo es mayoritario entre las vainas que se encuentran en Renap, adonde repito el público, a tí­tulo de estí­mulo y elevación y/o auto-estima, desean recibir del personal diverso: sonrisas, gesticulaciones gratas y amables, portadores de buen mensaje al usuario de plantón, quizás con urgencia urinaria y algo peor que allí­ no hay donde.

Confiamos que la reunión de jefes del Renap, al acudir a la Sala del Pueblo del Congreso de la República, con el Presidente de este poder y jefes de bancadas, sean de resultados inmediatos. Hací­a mucha falta una encerrona de esta í­ndole. El usuario pendiente necesita urgentemente mejoren de verdad las cosas en tal dependencia estatal que ha recibido millones.

El arma, por cierto contundente, esgrimida acerca de tanto tiempo de espera, casi asunto perdido, cuando no en manos aviesas por inexplicable confusión, es otra falla señalada con asiduidad. Ello colma el vaso de la paciencia. Los afectados en número significativo, trabajadores en activo, tienen dificultades al solicitar licencia, en búsqueda del DPI.

Criterios de versados en el asombroso mundo de la informática, apoyada por adelantos modernos de la tecnologí­a de punta, coinciden en colocar una pica de Flandes. Aseguran a pie juntillas, ajenos a apachar el ojo, que la demora tristemente célebre en el Renap, dista de tener razón. Por el contrario, aseveran seguros de sí­ mismos que el internet y sus aliados cuentan con toda la necesaria información ¿Entonces?

Caigo forzosamente en un lugar común, al momento de expresar mis esperanzas en el sentido ojalá no sean vanas, a efecto que al fin la burocracia que opera en el Renap cumpla al pie de la letra con su cometido. Cada dí­a se acercan las elecciones generales, evento para el que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) deberá coordinar el proceso en mención.