Cuarenta años después de que una explosión en las entrañas del volcán Arenal causara una erupción que mató a 89 personas, los vulcanólogos alertan que muchos turistas extranjeros que se aventuran en este macizo de Costa Rica ignoran que corren peligro.
Residentes de pueblos próximos al volcán organizaron diversas actividades, incluida una misa, para recordar a las víctimas de la erupción del 29 de julio de 1968, que también mató a 30 mil vacunos y provocó millonarias pérdidas.
La erupción sorprendió a las comunidades aledañas, que jamás imaginaron que el «cerro» Arenal escondiera una amenaza, pues no existía registro de actividad volcánica en este macizo, que entonces tenía 1.633 metros de altura, desde que los colonizadores españoles se establecieron en el siglo XVI en lo que ahora es Costa Rica.
En la actualidad, la actividad volcánica «se alterna de muchos modos: periodos de movimiento de coladas de lava contrastan con periodos de erupciones cargadas de gases, vapores y cenizas», explicó el científico Eliécer Duarte, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la Universidad Nacional, que monitorea el volcán.
«Algunas de estas modalidades provocan flujos piroclásticos que son quizás los más peligrosos de todos. Son nubes ardientes que descienden desde la cima a grandes velocidades, siguiendo las depresiones topográficas, para arrasar todo a su paso», agregó Duarte.
El Observatorio universitario invitó a periodistas a visitar el volcán al cumplirse cuatro décadas de la mortal erupción, con el fin de alertar sobre los riesgos que esconde para los turistas que ascienden en forma «furtiva» a la cima y también para quienes han construido instalaciones turísticas demasiado cercanas al cráter.
Aunque la erupción de 1968 provocó muerte y destrucción, como contrapartida fomentó el desarrollo local, al atraer desde entonces a turistas e inversiones a la zona, donde fue establecido un Parque Nacional en 1994.
El volcán, situado a 80 km al noroeste de San José, es ahora uno de los destinos turísticos preferidos en Costa Rica y en torno a él existen decenas de hoteles de lujo, restaurantes, discotecas y toda clase de negocios vinculados al turismo.
Pero sus entrañas siguen activas y un nuevo cráter creado en la erupción de 1968 arroja permanentemente lava, cenizas y humo, lo que hizo surgir una nueva cima que crece unos seis metros cada año en el macizo, que ahora tiene 1.721 metros de altura.
Si bien el Arenal es «el único volcán que cuenta con un mapa de restricción de uso del suelo (en el país), la visitación furtiva a sitios de alto riesgo es un problema a resolver», dijo Duarte.
«De igual modo se encuentran algunas de las mayores infraestructuras turísticas en sectores bajo amenaza de ciertas modalidades eruptivas», explicó.
La mañana del 29 de julio de 1968, las explosiones volcánicas hicieron aparecer tres nuevos cráteres en el coloso, causando una erupción que arrasó vastas extensiones de bosque virgen, además de las aldeas lecheras y agrícolas de Pueblo Nuevo y Río Chiquito de Tilarán.
El volcán, que sigue activo, tuvo erupciones también en 1973, 1975, 1987, 1988, 1993 y 1999. Si bien los vulcanólogos mantienen un monitoreo permanente, eso no ha evitado ocasionales muertes de turistas en el volcán.
La salida de rocas mezcladas con «con gases y vapores a alta temperatura ya ha cobrado la vida de visitantes curiosos», dijo Duarte.
«Cientos de turistas enfrentan, sin saberlo en la mayoría de los casos, el riesgo de que una actividad extraordinaria los alcance», advirtió el director del Observatorio vulcanológico, Juan Segura.
«El fenómeno volcánico de singular belleza es una escuela abierta para aprender y sorprenderse; sin embargo, se deben tomar las medidas de seguridad del caso», agregó.