En nombre del padre


El escritor francés Dominique Fernández publica la semana próxima un libro sobre su padre, Ramón Fernández, de origen mexicano y también escritor, para tratar de comprender la deriva del que fuera un brillante crí­tico literario de izquierdas y que se convirtió en uno de los sí­mbolos de la colaboración con los nazis.


En diciembre de 2007, el autor de «En la mano del ángel», premio Goncourt 1982, sorprendió al asociar a su padre a su elección como miembro de la Academia Francesa: «Les pido acoger conmigo la sombra de alguien que tení­a más tí­tulos para ocupar mi lugar y a quien debo ser lo que soy, Ramón Fernández, mi padre», dijo en su discurso de recepción en la Academia.

A los 79 años de edad, Dominique Fernández le consagra «Ramón» (Editorial Grasset), libro de 800 páginas en forma de investigación minuciosa sobre ese padre, «admirado y luego despreciado», que durante cuatro años puso su pluma al servicio de los nazis. Un ejercicio doloroso destinado a «desentrañar el secreto de un destino tan horrible», que lo obsesiona desde su infancia.

Hijo de un diplomático mexicano y de una francesa, el bello Ramón, peinado con gomina y dotado de una silueta de bailarí­n de tango, tuvo una gran influencia en el mundo literario francés del perí­odo de entre guerras y obtuvo el Premio Femina en 1932.

Amigo de Proust, Gide y Malraux, Ramón se acercó a los comunistas en los años 1930 y firmó llamamientos a «la unidad obrera para impedir el avance del fascismo».

Pero a medida que su vida privada se fue degradando, el escritor se alejó de la izquierda y terminó adhiriendo en 1937 al Partido Popular Francés (PPF) de Jacques Doriot, que fue en Francia uno de los pilares de la colaboración con el nazismo.

El relato familiar, basado en una importante documentación personal, refleja el hervidero de la vida intelectual de la época y sitúa al libro en el linde entre obra literaria e investigación histórica.

La deriva de Ramón, «traidor», «cobarde», alcohólico, alimenta la reflexión sobre el compromiso de los intelectuales. Su adhesión al partido de Doriot es calificada de «consecuencia final del desastre privado».

Las tentativas de explicación de Dominique Fernández se refieren tanto a la historia como a la vida privada. Mexicano nacionalizado francés en 1927, Ramón Fernández no fue movilizado en 1914 y se precipitó 20 años después sobre el primer uniforme que encontró, el de las camisas azules de los fascistas.

Pero el «detonador» fue la publicación en 1936 de «Regreso de la URSS» de André Gide, que lo empujó, según su hijo, a un anticomunismo radical.

En su búsqueda del padre, Dominique Fernández afronta numerosas preguntas sin respuesta: «Â¿Por qué se dejó explotar de tal manera por Doriot?» «Â¿Cómo mi padre pudo tragarse tantas necedades?» «Â¿Tuvo vergí¼enza?»

Pero su mayor inquietud es el antisemitismo: «Â¿Es llevado fatalmente el intelectual PPF a engrosar la jaurí­a que ladra contra los judí­os?»

Dominique Fernández trata de probar que no hay trazas de antisemitismo en los escritos de su padre, «extranjero» al que, cuando formaba parte de la izquierda, la derecha querí­a retirar la nacionalidad francesa.

«No se trata de indulgencia, sino de voluntad de comprender», recalca Dominique Fernández.