Sorprende sobremanera el accionar de la clase política, pues cada evento electoral difiere. Utilizan durante el proceso amañado toda suerte de trinquetes que dejan boquiabierto al ciudadano común y corriente. Ahora, por ejemplo, se dieron a la ingrata tarea de adelantar su reloj.
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Con demasiado anticipo iniciaron movimientos hacia elegir a dedo, o como marca la ley a sus presidenciables, con un frenesí digno de mejores causas. Ello redunda, sin que quepa duda alguna, en ganar posiciones entre el electorado, de suyo decepcionado hasta decir ya basta de tanto truco.
Al margen esta vez, tal puede percibirse fácilmente en la publicidad en los medios de comunicación social de bastante proyección, haciendo caso omiso de la respectiva convocatoria. De espaldas a lo dispuesto por el Tribunal Supremo Electoral, situación anómala que no le conceden ninguna importancia.
En ausencia, reitero, de la convocatoria correspondiente, cosa que no extraña, por cuanto de ellos se espera lo peor, la propaganda al respecto está ya en marcha. Con una ligera excepción de sus «precandidatos» de parte de algunos partidos, una mayoría emprendieron y calentaron motores al inicio del 2007.
De consiguiente, empezó el alboroto a lo grande, mismo que alcanzará intensidad en breve, también el ajetreo que llega a fastidiar a quienes no comulgan con ofrecimientos falsos. Al término y gane quien gane, el panorama es el mismo de siempre, ajeno a mostrar alternativas viables.
Inclusive el partido GANA que hace gobierno decidió volcarse, llevando consigo fondos del erario nacional en la persona del candidato oficial, doctor Alejandro Giammattei. Pensaron inhibirse de protagonizar en tal sentido lo que hacen los demás aspirantes a la poltrona del Ejecutivo.
Estamos amolados por consiguiente, de nuevo hay motivos suficientes para pronosticar que el 2007 se presenta crítico en muchos aspectos, sobre todo en lo tocante a la campaña electoral en general. Si esta tuvo demasiada anticipación, todo indica que será un verdadero refuego.