En los albores de la música occidental


celso

La música casi es tan antigua como el hombre y puede decirse que está en su naturaleza humana. Sirva esta columna como fiel marco sonoro para Casiopea, dorada y sublime esposa, primavera que vino a mí empapando de albas y luceros mi nostalgia. ¡Vivo universo en que me pierdo dulcemente y tierna flor en que se afirma mi alegría!

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela


Desde el más remoto pasado, apenas tuvo conciencia de sí mismo, el ser humano es creador de ritmo, primer paso para la música, danza y canto.  En el principio tuvo significado mágico pues propició buena caza, más tarde la buena cosecha y el auxilio de los dioses.  Después sirvió para el propio deleite, consuelo y expresión de emociones o manifestación de alegría.  Ha acompañado al hombre en todo su camino histórico, como una creación original no copiada de la naturaleza.
      
Es cierto que el susurro del viento, el fragor del oleaje, el rugir de la tormenta y sobre todo, el canto de los pájaros, pudo inspirar la imitación que condujera a la música.  La imitación se hizo pero no con fines musicales, se imitó la voz de los animales para atraerlos y hacer más fácil la cacería, no para hacer la música.

La intención musical por elemental y simple que sea, como el batir de las palmas de las manos para producir un ritmo que facilite la danza, es algo solamente humano.  La música es una creación original del hombre. 

 Que se haya producido, junto con otras formas de expresión artística, demuestra que el Hombre, a pesar de lo mucho que le falta para un desarrollo completo, ya ha logrado un nivel algo más alto que las otras especies animales.
 
Por esa razón es tan importante la música, porque ha sido probablemente el medio que se ha logrado, para manifestar y expresar las emociones y los sentimientos de un modo que, sin ser lenguaje, se semeja y comunica, une, alegra, exalta y consuela.
  
Cuando la música existe ya de una manera formal, cuando se escribe, se ejecuta, se canta y se baila, se hace compañera inseparable.  Está presente cuando el hombre se inclina ante lo que no conoce y no comprende, como en la religión.  Está presente en sus alegrías y en sus dolores.  Por medio de ella se traduce la emoción.  A través de ella el Hombre se manifiesta, se realiza y se completa.
   
La Humanidad como una de las especies que habita en este planeta, vive una etapa inicial.  La especie empieza apenas y no ha madurado.  Todavía se abruma y se atormenta a sí misma.  No sabe cómo ser más feliz y mejor.  Aún se produce a sí misma tragedias sin cuento, injusticias y desigualdades, crímenes y guerras.
     
Cuando la humanidad  haya superado la etapa infantil en que vive y llegue un día a ser adulta, aprenderá a vivir en paz y en colaboración; ayudará en lugar de exigir o despojar, a dar en lugar de recibir, a amar sin egoísmos, solo entonces el mundo será más feliz.
   
Pero a pesar   de todo, en medio de los horrores en que se habita, el Hombre ha creado algo que es ya un atisbo de la felicidad que un día conquistará, algo que ya hoy ayuda, alienta y anima, que hace que se mantengan vivas la esperanza y la fe.  Hay algo que brilla y que ilumina como la luna reflejada en el charco de fango, eso es la música, la muestra de que hay razón para esperar una Humanidad y un mundo mejor.