En la recta final



Estamos llegando al final de una campaña polí­tica caracterizada sobre todo por la violencia que no fue simplemente verbal entre los contendientes, sino que tuvo repercusiones trágicas en muchos casos. Ha sido la actual, sin duda alguna, la más desteñida pero también la más violenta de las campañas desde que Guatemala emprendió su transición hacia una democracia que sigue siendo esquiva y que no logramos terminar de construir.

Lo desteñido de la contienda está sobre todo en el hecho de que no hay variedad en la propuesta porque los candidatos se adecuaron a lo que les permitieron decir sus financistas que se han evidenciado, sin duda alguna, como los grandes actores del proceso porque desafortunadamente el ejercicio polí­tico en Guatemala se mueve al compás del sonido de las fichas. Y nadie dice nada que moleste u ofenda a los que ponen el dinero para la propaganda y por ello tenemos discursos que sólo se diferencian en el tono de voz. Unos lo dicen con tono gangoso y otros con tono que pretende ser de firmeza, pero en el fondo no hay diferencias que valga la pena señalar.

En este proceso hemos querido ir aportando a una discusión más temática y de fondo y ese ha sido el aporte el suplemento que pretendemos institucionalizar porque la polí­tica no es lo electoral, sino que es una actividad constante para la construcción mediante el buen Gobierno y la buena oposición, de un paí­s mejor, más justo y equitativo para sus habitantes.

Sostenemos que el punto crucial del presente está en la necesidad de enfrentar la impunidad con firmeza y determinación porque no es posible que se siga alentando una estructura que favorece la proliferación del crimen en distintas manifestaciones. Habrá que ver, porque en el fondo es una loterí­a, cuál es la postura al respecto del ganador de la contienda porque aunque ambos han dicho que están por combatir esa lacra, no han dicho cómo ni con cuánta disposición. Y los tentáculos del crimen están por todos lados y no es fácil erradicarlos y hace falta la voluntad firme y decidida de las autoridades nacionales para avanzar en contra del flagelo que, al final del dí­a, es el que tiene de rodillas al guatemalteco porque la impunidad no opera sólo para los capos del crimen organizado, sino que para que sea efectiva es general y absoluta, amparando a todo el que delinque, desde el de cuello blanco hasta el capo del crimen. Salvo el ladrón de gallinas, en Guatemala la justicia no existe para nadie.

Aunque la decisión parezca poco relevante por la falta de matiz entre las propuestas, lo cierto es que el paí­s sí­ se juega mucho ahora con esta elección y quién sabe si saldrá ganando.