En la mira de los talibanes


La escena de unos hombres con el rostro cubierto montados en una moto que matan a tiros a un hombre en plena calle se ha convertido en la nueva pesadilla para los responsables locales en Kandahar, la cuna de los talibanes en el sur de Afganistán.


Ocurrió de nuevo el domingo por la tarde, en medio de un mercado, cuando dos desconocidos en moto sacaron sus armas y mataron a Haji Abdul Hai.

La ví­ctima era un jefe tribal cercano al gobierno del presidente afgano Hamid Karzai.

Desde finales de febrero y la muerte de Abdul Majid Babai, un alto responsable local, han sido ejecutadas así­ un total de 13 personas, la mayorí­a de las cuales trabajaban para las autoridades locales.

La última ví­ctima falleció el miércoles. Haji Abdul Raman, un jefe tribal, fue asesinado cuando volví­a a su casa, en el distrito de Arghandab en la provincia de Kandahar.

Los asaltantes reproducen con frecuencia la misma forma de actuar. Al menos cuatro personas, tres hombres y una mujer, han sido asesinadas por hombres que se desplazaban en moto.

El temor a estos asesinatos provocó que la ONU ordenara el lunes a 200 de sus empleados afganos quedarse en casa en Kandahar.

«Reevaluamos constantemente nuestras medidas de seguridad», declaró a la AFP el portavoz de Naciones Unidos en Afganistán, Dan McNorton, precisando que los empleados extranjeros de la ONU en Kandahar fueron reubicados en Kabul.

Algunos barrios de la ciudad de Kandahar, de cerca de un millón de habitantes, así­ como importantes áreas de la provincia están bajo control de los talibanes.

Por su parte, el presidente afgano reunió este fin de semana el Consejo de la Seguridad Nacional para analizar estos asesinatos.

Los responsables de seguridad presentaron a Karzai un plan para frenar estos ataques.

«El presidente seguirá personalmente la situación», precisó su portavoz Waheed Omar.

Esta oleada de asesinatos interviene cuando las fuerzas internacionales, encabezadas por la OTAN pero de las cuales los dos tercios están compuestos por soldados estadounidenses, llevan meses realizando operaciones en Kandahar y en su región.

Se espera el grueso de los refuerzos occidentales para este verano, cuando el contingente extranjero en Afganistán pasará de 126.000 a 150.000 hombres, según responsables militares occidentales.

Según el mayor representante civil de la OTAN en Afganistán, Mark Sedwell, la alianza atlántica tiene intención de dar más peso a la polí­tica y menos a la opción militar en su ofensiva en Kandahar.

Los talibanes han reivindicado estos asesinatos, y uno de sus portavoces acusó a las ví­ctimas de «trabajar para el gobierno fantoche» de Karzai.

La campaña de asesinatos «va a continuar», amenazó Yusuf Ahmadi.

«Muchas personas tienen miedo. Tengo miedo», indicó un alto responsable en Kandahar, que pidió el anonimato.

Según él, varios funcionarios dimitieron o amenazan con hacerlo por miedo a ser asesinados.

«Si esto sigue, si no impedimos los asesinatos, le advierto que muchos de los responsables van a ponerse en contacto con los talibanes para protegerse», añadió.

«Este gobierno no puede protegernos», estima Dost Mohamad, un panadero de Kandahar. «Tení­amos ya muchos problemas con las bombas y los ataques suicida de los talibanes. Ahora, tenemos un problema más. Todos los dí­as, escucho la radio para saber quién más ha sido asesinado», dijo.