En la lengua estriban los mayores daños


Reza el refrán: «Siempre prudencia falta cuando más se necesita» y en el mar de violencia en que llevamos tiempo de navegar en Guatemala, es cuando resulta más conveniente pensar lo que se dice para evitar otro tipo de consecuencias todaví­a más desagradables, especialmente cuando la imprudencia proviene de aquellos funcionarios o empleados de dependencias que han venido demostrando ser ineficientes, como la Policí­a, fiscales, investigadores o pesquisidores para dar con los responsables del cometimiento de delitos.

Francisco Cáceres Barrios

Muchas veces he oí­do o leí­do comentarios sobre que los chapines nos hemos ido volviendo indiferentes, indolentes o simplemente nos hemos ido acostumbrando a ver tanto dolor. Visto de una manera simple y lejano a la realidad podrí­a entenderse, pero si se tratara de médicos, enfermeros, bomberos, policí­as o investigadores, quienes han sido previamente formados y preparados para el ejercicio de su profesión u oficio me resulta inaceptable su imprudencia, ¿por qué no se dedicaron entonces a otras actividades donde la sensibilidad humana, como el buen raciocinio no es un requisito fundamental para su correcto desempeño.

En el caso del vil y cruento asesinato de la joven señora Aura Esperanza Salazar Cutzal, secretaria del candidato presidencial del Partido Patriota y del Agente de la SAAS, Ramiro Valerio Castañón, ocurrido el 8 de octubre, ¿cómo se atrevió a decir un fiscal (Diario La Hora 8-10-07) «Dentro de las hipótesis que se manejaban dentro de la escena del crimen no se descarta que éste también sea un crimen pasional debido a que los ahora asesinados eran amigos». ¿Qué hubiera sentido dicho personaje de oí­r semejante expresión, si las ví­ctimas hubiesen sido sus parientes consanguí­neos o por afinidad?

Claro que estoy de acuerdo con que no le podemos «pedir peras al olmo» y que nuestros investigadores están lejos de ser peritos de Scotland Yard, pero ¿será mucho pedirles que no se vayan de la lengua, para no quedar como su mera estampa al culminarse las investigaciones?. ¿Y qué decir de las expresiones de nuestro presidente Berger, quien a la primera de cambios expresó a los periodistas (Prensa Libre 9-10-07): «No creo que el crimen deberí­a tener un móvil polí­tico, pero no me quiero adelantar», cuando ya lo estaba haciendo sin medir las consecuencias?

El estimado lector podrá apreciar con estos ejemplos que a los guatemaltecos no sólo nos está afectando muchí­simo la violencia incontenible, sino que está provocando una serie de inconvenientes que muy bien podrí­an evitarse con tan solo un poco de buena voluntad y mejor preparación, en vez de estar aumentando el pesar, el daño y la congoja consecuentes.