El día 23 de septiembre dio inicio la 64ª Asamblea General de Naciones Unidas. A diferencia de otras oportunidades, la crisis mundial, la evolución que el mundo está gestando y aspectos puntuales como la interrupción del gobierno constitucional en Honduras han sido aspectos determinantes e influyentes en los temas que han contenido los discursos de la mayoría de los presidentes o jefes de Estado que se han expresado.
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Barack Obama, por primera vez, ha intervenido ante el pleno de la Asamblea General de Naciones Unidas, su mensaje ha sido positivo, innovador, ha reconocido que el mundo actual ya no puede regirse por los intereses y los deseos por muy poderoso que sea un país; que el desarrollo de la democracia estriba en el reconocimiento de la igualdad entre naciones, ha evidenciado su deseo de encontrar entendimientos entre las grandes naciones, las medianas y las pequeñas, algo que sin duda alguna también debe ser una meta irrenunciable dentro de cada una de nuestras sociedades. No ha dejado de señalar que la democracia es un imperativo en todos los países, por ello se ha referido a Honduras.
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El gobernante de Libia, que por primera vez se ha hecho presente, ha pedido que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cambie su estructura, reconozca e integre a las naciones por grupo, área geográfica, que todos tengan los mismos derechos, pero también y más importante, ha llamado la atención sobre el hecho que es la Asamblea General donde debe residir el poder supremo y así lograr la convivencia pacífica entre naciones.
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Talvez no es él el más adecuado para hacer los cuestionamientos que realizara; sin embargo, independientemente de quién provenga, son validos y dignos de que todos los gobiernos en representación de sus pueblos y sus países los evalúen y así pueda pensarse en llegar en el futuro cercano a una reestructuración de Naciones Unidas.
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De algo que también debe tomarse nota como aspecto puntual y coyuntural es lo expresado por la presidenta de Chile, Michelle Bachellet; el presidente de Brasil, Luiz Lula da Silva; la presidenta de Argentina, Cristina de Kirchner y demás mandatarios latinoamericanos o los cancilleres, quienes han reiterado que el sistema democrático debe restaurarse en Honduras. No comprender esto evidencia vivir en el pasado, de espaldas al Estado de Derecho.
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Cuando se requiere la reinstalación de Manuel Zelaya no es defender a un hombre en particular, a una tendencia política, es defender, requerir el respeto a la democracia, al Gobierno legítimamente electo y recordarles a todos los ciudadanos que en el Estado de Derecho los principios y las normas son inmanentes. Oponerse de cualquier manera a que en todo el mundo prevalezcan las leyes, se respeten los sistemas político democráticos, no es inteligente. Por el contrario, evidencia que se quiere vivir y volver al pasado, pretendiendo que los vicios, que las actitudes que antes fueron toleradas, puedan de nuevo surgir y esto las naciones del mundo no lo permiten.
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El mundo, representado en la Asamblea General de Naciones Unidas, en la Unión Europea, en la Organización de Estados Americanos y en cualquier foro o instancia, reconoce que tiene que evolucionar. Nada permanece estático y ello también se aplica a las organizaciones públicas, internacionales, a las organizaciones privadas y por supuesto a las personas, a los seres humanos que la integran.
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Es de personas inteligentes y responsables el no cegarnos, el no fanatizarnos. El mejor legado que le podemos dar a nuestros descendientes es apoyar la evolución social, no quedarnos atrás, mirar y apoyar el futuro.