Desde hace días en el gobierno se descansa porque desde antes de la Semana Santa baja mucho el ritmo de labores, pero si algo hace falta ahora es un trabajo muy serio del equipo técnico de la Cancillería para estructurar una línea de acción que le permita a Guatemala actuar con coherencia a la hora de hacer su propuesta audaz de una política nueva en el tema del combate del narcotráfico.
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Es evidente que la Cancillería no ha sido parte importante de esta estrategia y que no ha participado en el diseño de las acciones que se tienen que ejecutar en el marco de las relaciones exteriores. No olvidemos que el gobierno se está proponiendo llevar el asunto a la próxima Cumbre de las Américas y ello demanda que cada delegación asistente pueda disponer de un dossier bien elaborado que contenga el planteamiento de nuestro país, sobre todo si es, como intuyo, una propuesta más general en términos de que se busca debatir el tema de cuál debe ser la estrategia tomando en cuenta que la actual no funciona.
Yo estoy totalmente de acuerdo con la iniciativa que ha esbozado, porque no ha sido aun realmente presentada, el gobierno de Pérez Molina, pero pienso que el Ministerio de Relaciones Exteriores ha jugado un papel mucho más que modesto en este tema. No por lo ocurrido en la Cumbre Centroamericana, puesto que al fin y al cabo en ese tema ha sido muy claro el mandatario para explicar qué fue lo que pasó y quiénes fueron los responsables del sabotaje contra una reunión que fue seriamente acordada por los gobernantes de la región, sino en general porque la presencia del ministro Caballeros en el tema es totalmente inexistente y eso no puede ocurrir cuando se trata de un asunto de la envergadura que este tiene.
El Ministro puede ser neófito y poco conocedor de los vericuetos de la política exterior y su diseño, pero hay en la Cancillería personal con experiencia que tiene que demostrarla ahora cuando hace falta para no dejar en el aire la primera iniciativa política de Guatemala que ha cobrado eco mundial por su lógica y porque abre una brecha en un campo que es en realidad polémico. Yo creo que Guatemala tenía muchos años de ser simplemente un mudo testigo en la política exterior y que ahora, con la propuesta de debatir el narcotráfico, está jugando un papel importante que, sin embargo, se puede diluir si no va acompañado de una política coherente de la Cancillería para coordinar con otros países, para explicar lo que buscamos y lograr, de esa manera, apoyo y eco para que no quede en el aire el plan.
Nadie más que Relaciones Exteriores puede jugar ese papel y por ello insisto que en estos días en los que toda Guatemala descansa, salvo las fuerzas de socorro y del orden, el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene que dedicarse enteramente al tema para diseñar la estrategia de comunicación con otros países de manera que se pueda explicar con claridad y coherencia qué es lo que estamos buscando.
Entiendo que la despenalización es una alternativa, la más radical y extrema, pero que la misma no es la única salida que plantea nuestro país. Por el contrario, hay sobre la mesa otras cuestiones que pueden significar salidas diferentes, pero que se basan en modificar lo que hasta ahora se ha hecho y, fundamentalmente, en que las responsabilidades sean en verdad compartidas porque no es justo que los países que son puente para el paso de la droga tengamos que pagar terribles consecuencias mientras que en donde se producen y donde se consumen, no existen los niveles de violencia que nosotros sufrimos.