En Guatemala triunfa el “macizo”, pero pierde el ciudadano…


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En Guatemala reina la confusión por todos lados, situación que es aprovechada por algunos de los sectores más fuertes o los más “macizos”, de los segmentos débiles. Como ejemplo, podemos citar algunas de las más grandes empresas, que gozan de admiración y respetabilidad, por haber sentado bases sólidas y firmes. Esto les permite operar como verdaderos feudos o reinos, porque dominan algún sector económico. Estas mega-empresas: hasta dan miedo por su ilimitado poder y actúan despóticamente contra competidores, empleados y clientes.

Ramiro Mac Donald


Y otro grupo que da miedo,  son ciertos delincuentes de poca monta, tramitadores de toda clase de documentos, que están a mitad de camino entre los poderes del Estado y el ciudadano. Este grupo surge de las entrañas mismas del poder, producto de esos caminos llenos de vericuetos para gestionar algún documento o un trámite en oficinas municipales o estatales. Este grupo actúa como las termitas, pues socaban los cimientos de la misma sociedad, despacio pero constante.

Ambos sectores operan con similares características: unos meten sus manos en la bolsa y se apropian de los billetes, con publicidad a veces engañosa. En tanto el otro grupo, extrae las monedas que le quedan al indefenso ciudadano.  Unos, representan a la más encumbrada alcurnia guatemalensis, apellidos de estirpe y rancio parentesco con los firmantes del acta de independencia o dignos miembros de los nuevos ricos, que resultan como “respetables” inversionistas en grandes y rentables negocios, quienes gustan ser tratados como amos de Guatemala, y que solo falta que les rindan pleitesía y a su paso quemen incienso. Pero con fortuna mal habida.

El otro grupo representa a ese  “ladino”, poco confiable, astuto, marrullero. Este es el típico tramitador. Un labioso/a personaje que plantea que será fácil la gestión y que saldrá en pocos días, incluso antes del plazo normal. “No tenga pena”…es una de sus fórmulas. Pero, “Yo le aseguro…” y “La otra semana…” terminan siendo sus pretextos.

Planteo la curiosa analogía entre algunas poderosas empresas y los tramitadores, para señalar con claridad, cómo, con los mismos argumentos de fondo, ambos terminan registrando igualdad de trucos para quedarse con dinero que no les pertenece. Un amigo cercano me relató las peripecias que atraviesa aún, tras haber entregado $.1,000.00 como reserva para la adquisición de una casa y con tan lamentable suerte, que a la semana, su suegra resultó con una grave enfermedad y, entonces, solicitó la devolución de su dinero. ”No hay problema” le contestaron,  “en 15 días se lo devolvemos”. Pero ya tiene más de cinco meses. “Yo le aseguro”… “la otra semana” han sido los argumentos “empresariales” que han venido utilizando para retrasar maliciosamente esa gestión de un pequeño cheque, comparado con las inversiones en centros comerciales y proyectos inmobiliarios, de millones de dólares que tiene esa famosa empresa.  Pero el dinero de mi amigo, no retorna a su legítimo dueño.

Y el otro caso, es el de una tramitadora que le prometió a un pariente cercano, que en una semana le tenía el traspaso del vehículo que había vendido a un conocido. Eso sí, la tramitadora pidió anticipo de Q500 y hasta el momento, le cuelga el teléfono, se esconde cuando mira que mi pariente la está buscando en los alrededores de la SAT y al toparse finalmente con ella, le da las mismas excusas que le dan al otro amigo, solo que en la empresa inmobiliaria. Curiosamente, ambos “negocios” tienen ya cinco meses y los afectados nada pueden hacer para que les devuelvan su dinero, incluso ya se hicieron las denuncias correspondientes y han pasado varios días y la cuestión sigue exactamente igual.
¡Estamos bien jodidos los ciudadanos, ante el poder de los “macizos”!