Los tanques permanecieron tres días en los alrededores de los campos de refugiados y las patrullas efectuaron largos reconocimientos en los alrededores antes de penetrar en la ciudad de Gaza: el ejército israelí iniciaba así, con precaución extrema, la fase de «guerrilla urbana» de su ofensiva terrestre.
Según los expertos, esta evolución de los combates en el campo de batalla de la franja de Gaza era inevitable.
Los primeros enfrentamientos violentos entre militares israelíes y miembros del Hamas estallaron ayer por la noche en la ciudad de Gaza, una zona densamente poblada, donde los combatientes islamistas se disimulan fácilmente.
«Es la etapa más difícil y peligrosa de la ofensiva: la toma de control de las zonas con fuerte densidad de población», escribió Alex Fishman, corresponsal militar del diario israelí Yediot Aharonot.
«Lo que nos espera ahí son casas con trampas, bombas humanas emboscadas, cohetes antitanques y francotiradores. Lo más duro del combate está por venir», advirtió.
Lo peor para el Estado hebreo, según Fishman, sería el secuestro de un soldado israelí que se sumaría al de Gilad Shalit, capturado el 25 de junio de 2006 junto a la frontera de la franja y hasta hoy desaparecido.
Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Ezzedine al-Qassan, el brazo armado de Hamas, indicó el lunes que ese es uno de sus objetivos.
«Hemos preparado a miles de valientes combatientes que os esperan en cada esquina», advirtió también Abu Obeida en el canal de Hamas, Al-Aqsa TV.
Según el diario Haaretz, una tentativa de secuestro ya tuvo lugar el domingo cerca de los límites de la ciudad de Gaza, donde operaba una unidad que había descubierto un túnel utilizado por los milicianos de Hamas.
«Entrar en zonas urbanas sólo debe ser una solución de último recurso y la idea es que no quedarse ahí demasiado tiempo», explicó el general reservista Uzi Dayan, ex jefe del Estado Mayor adjunto israelí.
«Los soldados siempre son más vulnerables cuando se mueven por un territorio densamente poblado como lo es un campo de refugiados», añadió.
«Son zonas donde el enemigo puede esconderse fácilmente, los combates cuerpo a cuerpo son frecuentes y los riesgos de secuestro constantes», subrayó Uzi Dayan.
Mark Heller, especialista en cuestiones militares en la Universidad de Tel Aviv, estima también que entrar en una ciudad o un campo de refugiados debe ser una decisión muy meditada.
Sobre todo porque «los responsables militares todavía tienen en mente los combate en varias aldeas de Líbano» durante la guerra contra Hezbolá del verano 2006.
«Pero para capturar y liquidar a los jefes militares y a los combatientes de Hamas, no tenemos otra opción», añadió.
Recuerda que el ejército israelí ya operó en los campos de Jenín y Naplusa, en Cisjordiana, en 2002, «sin sufrir demasiadas pérdidas y de forma eficaz. Por lo tanto no hay motivo para pensar que no se logrará un buen resultado en Gaza.
«Ahora que estamos en el interior de Gaza, hay que tener cuidado y no quedarse demasiado tiempo. Porque el guión del ministro de Defensa Ehud Barak puede torcerse», subrayó el profesor Efraim Kam, experto militar.
Nahum Barnea, el editorialista israelí más respetado y periodista estrella de Yediot, se alzó, por su parte, contra la «euforia de estos últimos días» en Israel.
Según Barnea, el Gobierno debe evitar el riego de que el ejército se atasque en Gaza.