Salvo una catástrofe de vastas e imprevistas proporciones los votantes norteamericanos elegirán mañana a su futuro presidente, para lo cual escogerán entre lo senadores Barack Obama, del Partido Demócrata, y el republicano John McCain, y aunque las encuestas favorecen al hawaiano en márgenes que oscilan entre 7 y más de 10 puntos porcentuales de diferencia a favor del primero, no se descarta una espectacular sorpresa.
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En lo que a América Latina respecta, si bien es cierto que no se esperan drásticos cambios en la política norteamericana hacia sus vecinos del sur, de todas formas la mayoría de los latinoamericanos abrigamos la lejana esperanza de que un triunfo de Obama será como una brisa de aire nuevo que pueda alentar mejores relaciones con Estados Unidos, pero con base en un recíproco trato digno y respetuoso.
Algunas expresiones aisladas del candidato demócrata alientan la confianza de que Washington abandonará su posición de indiferencia y menosprecio a gobiernos latinoamericanos que no están subordinados a los designios de la Casa Blanca, como cuando señaló que en su calidad de presidente de Estados Unidos estimulará negociaciones directas e incondicionales con los gobernantes de Cuba, Venezuela y Bolivia, de lo que se deduce que estaría dispuesto a relanzar vínculos más fraternos con gobiernos de América Latina que no se subordinan a la potencia unipolar.
En el plano interno, es decir, en lo que respecta a la comunidad hispana en Estados Unidos, Obama declaró en una entrevista a ImpreMedia que el tema migratorio no debería ser utilizado en el proceso electoral como «balón político», pero se comprometió a plantear una fórmula apropiada para una reforma migratoria en su primer año de gobierno.
«Me parece que nos va ir bien con el voto latino» -dijo el candidato demócrata a la periodista Maribel Hastings-, pues los sondeos públicos le conceden más del 70%. Ese mayoritario respaldo obedece al «discurso de cambio» del senador Obama y a la ideología liberal (de izquierda moderada) del Partido Demócrata en asuntos económicos y sociales, que defiende el gasto público orientado a la política social y se identifica con las minorías étnicas, incluyendo los latinos.
Tomando en cuenta la importancia del voto hispano, la campaña del candidato demócrata está publicando anuncios en español e, incluso, Obama grabó uno en este idioma, y ha argumentado que la comunidad latina ha sido golpeada más duro que nadie por el crisis financiera, que es el resultado de la filosofía económica neoliberal del presidente George W. Bush, que comparte el candidato republicano McCain. Veremos qué sucede.
(Derivado de la crisis, el mojado Romualdo leyó este anuncio en una tienda de Miami «Rebaja de zapatos: compre uno y el otro se lo regalamos»).