En el Día del Cáncer, tratamiento paliativo


Oscar-Marroquin-2013

La ciencia médica persigue curar al enfermo de los males que le puedan aquejar y prevenirlos en la medida de lo posible. Sin embargo, hoy, al conmemorar el Día Mundial del Cáncer, comprobamos que a pesar de los avances enormes en la medicina, subsisten situaciones que colocan a los pacientes en condición terminal, cuando ya no existe tratamiento para curar la enfermedad y es precisamente entonces el momento en que cobra tanta importancia una rama relativamente nueva que es la del tratamiento paliativo para mitigar los efectos de la enfermedad y permitir calidad de vida al enfermo que no tiene cura.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Mis suegros habían hecho un testamento vital en el que dispusieron evitar tratamientos invasivos y decidieron hasta la forma en que querían ser inhumados. La última vez que llevamos a mi suegro al hospital por una flebitis que le ocasionó enorme hinchazón de la pierna izquierda, fue atendido con enorme dedicación por los doctores Sergio Leal, cardiólogo, y por el cirujano Freddy Abed, pero al salir, pidió que se le prometiera que no sería llevado nuevamente al hospital. Fue entonces cuando Oscar  mi hijo, médico también, nos comentó del caso del padre de un su colega en Pittsburgh y la forma en que fue sometido a tratamiento paliativo en la etapa final cuando ya no era posible curarle el mal.
 
 Alguien comentó a la familia de la experiencia tan especial que habían tenido con un enfermo que recibió el excelente trato de un médico que se dedica a cuidar enfermos en esa dura etapa de la vida. Mi suegro estaba aún en pleno uso de sus facultades cuando le preguntaron si conocía al doctor Akzel López y su respuesta fue concreta: “un excelente médico y una excelente persona”. Lo había conocido cuando el doctor López estuvo contratado para hacerse cargo del intensivo del Hospital Herrera Llerandi y su espontánea respuesta nos hizo contactarlo. En la primera entrevista se notó la calidad humana del profesional y su especial cariño para el veterano internista a cuyos pacientes tuvo él que atender en la sala de cuidados intensivos.
 
 Decidieron de común acuerdo el tratamiento a seguir y el doctor López le dijo al doctor Pérez que en ningún caso se haría algo contra la voluntad del paciente. La intención y el objetivo plenamente logrado fue mitigar el sufrimiento tanto al enfermo como a sus familiares en la etapa que empezaba.
 
 Uno está acostumbrado a ir al médico para que lo curen y por ley natural no se piensa en cuidados o tratamiento paliativos. Pero cuando tienen que darse, qué maravilla es encontrar profesionales dedicados, conocedores y compasivos que se preocupan por mitigar el sufrimiento al enfermo.
 
 En el caso de mi suegro la presencia del doctor Akzel López fue una bendición, como lo fue la dedicación y cariño de las enfermeras profesionales Zuly Contreras y Silvia Ibáñez. Fue Zuly quien dos o tres días antes del final, le ofreció ir a prepararle algo para comer. El enfermo ya no hablaba, pero ante la cariñosa sugerencia, encontró fuerzas para responder: “Sólo si usted también come algo”, clara muestra de su agradecimiento por los cuidados recibidos. La vida tiene momentos duros y una etapa terminal es mucho peor, pero cuando hay profesionales como los nombrados, ciertamente el dolor se mitiga.