En el centenario de Santo Domingo y la Virgen del Rosario


Arriba, la fotografí­a de José Garcí­a Sánchez. A la derecha, la publicación de

Fernando Urquizú Gómez

Para comprender correctamente el uso de la reproducción mecánica del arte y su relación con la imagen de la escultura de Nuestra Señora del Rosario de la actual basí­lica menor de esta advocación en la capital, debemos partir que la escasez de fotografí­as de dicha escultura en el siglo XIX, que se debe a una prohibición que existí­a del uso de este recurso en el ceno de la Iglesia Católica, que fueron superados por las encí­clicas del Papa León XIII, que permitieron el uso de los adelantos de la tecnologí­a para la propagación del evangelio.


En este orden de ideas, el encargado de darle seguimiento a las exhortaciones del Papa en nuestro paí­s fue el arzobispo Julián Raimundo Riveiro y Jacinto, quien reorganizó la Iglesia local para convivir con el Estado Liberal que se desarrollaba en Guatemala. Así­. las medidas de renovación fueron ganando terreno conforme avanzó el siglo XX, cuando se fueron reorganizando las cofradí­as, hermandades y demás sociedades católicas con gran éxito, porque ellas mismas trataban de generar fondos para su propia manutención para hacerse autosostenibles separadas del patrocinio del Estado.

En este cuadro de reorganización la cofradí­a de Nuestra Señora del Rosario, fue tomando nuevamente un lugar en el ideario nacional desde finales del siglo XIX, cuando el presidente José Marí­a Reina Barrios, sobrino del Reformador Liberal Justo Rufino Barrios, manifestara mucha tolerancia hacia la Iglesia Católica, tomando como principio a su gestión administrativa el derecho de la oposición, naturalmente basado en una sólida popularidad dentro de los grupos de alto poder económico que se habí­an beneficiado del cultivo del café, y que se habí­a materializando en obras acariciadas en sueños desde el gobierno del general Rafael Carrera de convertir la Nueva Guatemala en un pequeño Parí­s.

La nueva forma de funcionamiento de las antiguas cofradí­as como instituciones de apoyo a la Iglesia, determinó la inclusión en sus filas de mucha gente formada en las escuelas liberales preparadas para trabajar en las incipientes empresas que emergí­an como producto del avance de las fuerzas productivas capitalistas, teniendo a la mano como principal medio de comunicación con las masas la imprenta a gran escala y un ágil servicio de correos nacionales que poní­an en contacto a un gran número de personas con un producto o servicio especial, en este caso especí­fico a los fieles de la iglesia de Santo Domingo.

El análisis de estas circunstancias nos permite inferir el aparecimiento desde finales del siglo XIX de la publicación periódica de «El Pabellón del Rosario» como ente reproductor a gran escala de la devoción a Nuestra Señora del Rosario. Las caracterí­sticas de esta publicación fueron variando conforme avanzó el siglo XX, haciendo evidente el descubrimiento por medio de la experiencia de su poder como medio de información y cohesión de los fieles.

En los primeros ejemplares, podemos apreciar artí­culos relacionados con la cofradí­a de Nuestra Señora del Rosario y sus devociones, seguidos de información acerca de sus actividades dentro y fuera de la iglesia de Santo Domingo, actual basí­lica menor de esta advocación, apareciendo posteriormente anuncios de patrocinadores, fotografí­as de esculturas, personajes y procesiones de las distintas cofradí­as existentes en esta iglesia.

La fusión de estos elementos hizo que dicha publicación se convirtiera en el órgano de información oficial de dicha iglesia, enlazando a sus fieles cada vez más numerosos y letrados, eventualidad que daba un valor agregado a dicha publicación basado en el poder adquisitivo de sus lectores que desapareció ya muy entrado el siglo XX, cuando nuevas formas de información al público, como la radio, la televisión y la informática fueron superando las publicaciones escritas.

A la publicación de «El pabellón del Rosario», le sigue en orden de importancia por los datos que ofrece un manuscrito, existente en la biblioteca dominica compuesto por el fraile Miguel Fernández Concha, titulado «Liber Aureus», fechado en la Nueva Guatemala de la Asunción en 1906. El escrito es enriquecido con fotografí­as tomadas por José Garcí­a Sánchez propietario del estudio de fotografí­a «La Exposición».

El análisis de dicho documento permite inferir que fue encargado para la conmemoración del «Primer Centenario del templo de Santo Domingo» en 1908, pero por razones desconocidas aún, no fue impreso. Es probable que uno de los principales obstáculos que debió de haber encontrado fuera la rigurosidad cientí­fica con los recursos propios de su tiempo con que abordó los distintos temas que expone, que contradicen las historias hasta ahora muy aceptadas por la tradición popular acerca del origen de algunas cofradí­as y devociones de dicha iglesia.

Sin embargo, este escrito debidamente matizado influyó, años más tarde, en otra pequeña publicación de fray Juan Rodrí­guez Cabal, titulado «Iglesia de Santo Domingo», impreso en la tipografí­a de Sánchez & Guise. Guatemala, 1934, publicado con motivo de la coronación pontificia de Nuestra Señora del Rosario.

El desarrollo de los discursos historiográficos relacionados con la devoción y concretamente con la escultura de Nuestra Señora del Rosario de la capital, alcanzó un punto importante en la publicación de la doctora Josefina Alonso de Rodrí­guez. «El arte de la platerí­a en la Capitaní­a General de Guatemala». Tomo II. Universidad de San Carlos. Guatemala, 1981, quien analizando fuentes documentales de primer orden, propone a los autores de la escultura que preside la actual basí­lica menor de Nuestra Señora del Rosario y da cuenta de su paso debidamente restaurada a la Nueva Guatemala de la Asunción como hemos citado oportunamente.

A los discursos historiográficos citados anteriormente, debemos agregar una publicación de varios historiadores titulada: «Manifestaciones culturales del mes del Rosario en Guatemala», impreso, sin identificación editorial, Guatemala, 1995, que recoge una serie de conferencias que fueron impartidas en salón mayor del Instituto de Antropologí­a e historia con motivo del V Centenario de Evangelización del Nuevo Mundo.

En el orden de la reproducción mecánica de la palabra escrita e imágenes también, son muy importantes las publicaciones especiales que se han dado con diferentes motivos, como la consagración de la escultura de la patrona de la cofradí­a y de la República Nuestra Señora del Rosario.

Siguiendo con el desglose de los temas, examinemos ahora el papel el uso de la fotografí­a que ha permitido la reproducción mecánica de la escultura original, contribuyendo sustancialmente a la reproducción de la devoción, así­ como al registro del estado de la escultura a través de los años y como fuente de información acerca de los eventos de la devoción popular que se han dado como corolario de la vida que tomó la escultura en el ideario de sus fieles y público en general.

Las fotografí­as más antiguas que hemos encontrado de la escultura con motivo de este estudio son las exhibidas en el «Liber Aureus», tomadas antes de 1906, según podemos deducir de la fecha que tiene dicho escrito en su primera página, las mismas, atendiendo el estilo, así­ como el análisis comparativo con otras fotografí­as, podemos afirmar que las tomas originales fueron hechas por José Garcí­a Sánchez, fotógrafo ya citado anteriormente.

Existe otra fotografí­a tomada desde el balcón de la llamada «Casa de las mil puertas», situada frente a la iglesia que capta la procesión conmemorativa del «I Centenario de la iglesia de Santo Domingo», que se llevó a cabo en noviembre de 1908, siendo la primera de una procesión de la escultura patrona de esta iglesia y la República de Guatemala. La toma fotográfica también fue realizada por José Garcí­a Sánchez, según testimonio ofrecido por uno de sus descendientes el recordado devoto de la Santí­sima Virgen Carlos Garcí­a Zebadúa, quien también nos informó, que este mismo destacado fotógrafo fue quien dirigió las cámaras que captaron en una pelí­cula aún existente en la filmoteca de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que contiene la ceremonia de Coronación Pontificia de Nuestra Señora del Rosario que se llevó a cabo el 28 de enero de 1934, como parte de las conmemoraciones que se llevaron a cabo con motivo del VI Centenario de fundación del obispado de Santiago de Guatemala.

Esta ceremonia también fue ampliamente cubierta por la prensa escrita, que se auxilió de la fotografí­a haciendo más elocuentes las crónicas de aquel dí­a grandioso que vivió la capital con amplia participación de las fuerzas vivas del paí­s. En la década de 1950, fueron impresas las primeras litografí­as a color de la escultura patrona del paí­s, Nuestra Señora del Rosario, arrancando una nueva era de uso de la tecnologí­a que permitió un acercamiento más exacto de sus devotos a la escultura original y posteriormente el uso de la fotografí­a como medio de propaganda de la fe.

En la última década del siglo XX, irrumpió en la reproducción mecánica de la imagen un nuevo medio, «la informática» cuyo uso es cada vez más frecuente, en este medio la imagen de Nuestra Señora del Rosario ha alcanzado un sitio importante debido a que muchos de sus devotos han creado presentaciones donde utilizan sus diferentes fotografí­as para la reproducción de su devoción, alcanzando un estadio superior en esta materia que alcanza un público cada vez más amplio dentro y fuera de las fronteras de nuestro paí­s.