En el bicentenario del nacimiento de Felix Mendelssohn: Su Tiempo I


El año 2010 se caracteriza por múltiples fastos en la música occidental. Federico Chopin, Robert Schumann, entre otros. En esta ocasión conmemoramos el Bicentenario de Felix Mendelssohn Bartholdy, ese excepcional músico olvidado por los melómanos. En La Hora. le rendimos el más sublime homenaje de admiración.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

Diremos, pues, que con su fugaz, pero fulgurante existencia, culmina el romanticismo en su más profunda y cabal expresión, entrando después a los excesos surgidos de un Berlioz, y un Liszt, que, sin dejar de tener una importancia fundamental en la Historia de la música occidental, no responde a ese Espí­ritu de las Luces que tanto fascinó a Schubert, Brahms, Schumann y Mendelssohn. Antes de pergeñar algunas notas sobre su bicentenario, haremos un esbozo del espí­ritu de su tiempo, dentro del cual vivió el compositor, no sin antes decir que este es un homenaje de amor a Casiopea, esposa dorada, en quien mis venas vací­an su sangre en sus ánforas élficas y en donde el llanto la designa aurora apasionada y alrededor de quien giro absorto pensando en su noche de astros y en quien muero impaciente de sed y martirio. Debemos indicar que una de las caracterí­sticas más importantes de Mendelssohn, es la contradicción que se marca desde el inicio de su vida. Entre lo acomodado de su existencia y el espí­ritu romántico de su época, de sufrimiento vital, per se. No sufre la infamante pobreza de Schubert, la misantropí­a de Brahms ni la locura prematura de Schumann. Aparentemente, los bienes terrenales no le faltaron en ningún momento a Mendelssohn. De tal manera que el entorno en el que se moverá su infancia, así­ como el resto de toda su vida, nada tendrá que ver con la imagen tan habitual del músico romántico, pobre por excelencia. Nace en el seno de una familia alemana, de ascendencia israelita, de posición económica sumamente acomodada. Su formación es exquisita y refinada en todos los campos de la cultura y las artes. Sus padres fueron conscientes de la gran disposición del muchacho y le facilitaron los mejores maestros al respecto. Es, pues, un caso de acierto total en un aprendizaje cursado de manera rectilí­nea y sin titubeos desde el primer instante. Jamás se desprenderí­a, por tanto, de este refinamiento burgués y culto, al propio tiempo que tampoco permanecerá ajeno a la religiosidad caracterí­stica de la Alemania del norte. En 1818 se inicia su formación académica en forma absolutamente regular en la Academia de Canto de Berlí­n. Si su entorno comienza ya a ser claramente romántico, su formación es en cambio tí­picamente escolástica. Ello contribuye a que sus primeras obras, esa docena de sinfoní­as de cámara que en los últimos años están siendo exhumadas por las pequeñas orquestas que tanto han proliferado, manifiesten unos perfiles clásicos y formalistas. De entre la producción literaria que puede influirle, resulta caracterí­stica la elección del Sueño de una noche de verano, por los perfiles imaginativos y llenos de posibilidades creativas que muestra. Su mundo será efectivamente de ensueño romántico, a fin de cuentas. Su música buscará la traducción de este refinamiento alado y sutil.