Hace meses circuló profusamente un correo electrónico que daba a conocer los puntos estratégicos en los cuales la Empresa Municipal de Tránsito de la ciudad de Guatemala colocó cámaras de monitoreo que captan y miden la velocidad que transitan vehículos automotores, con lo cual cuenta con evidencias para demostrar que determinada persona tripulaba su automóvil a excesiva velocidad, poniendo en riesgo su propia vida y la de personas ajenas a su imprudencia, por lo que es objeto de una multa.
 Ese mensaje cibernético por lo menos logró que los automovilistas que lo leyeron tomaran sus precauciones al disminuir la velocidad de su vehículo en arterias más transitadas y en áreas específicas donde funcionan las cámaras de Emetra; empero, también tengo la presunción que esos automovilistas nuevamente aceleraban la marcha de sus automotores en aquellos tramos viales en los que aparentemente no funcionan los citados artefactos visuales.
 Además de esas cámaras de monitoreo, Emetra cuenta con varios aparatos denominados velocímetros, mientras que la Empresa Municipal de Tránsito de Mixco -Emixtra- tiene funcionando iguales indicadores de velocidad, que son móviles y funcionan las 24 horas del días, capaces de tomar 33 lecturas en un tercio de segundo, de suerte que al vehículo cuyo chofer conduce a excesiva velocidad sea captado en fotografías que generan un registro y de esa manera se establece la sanción de Q300.
 Por lo consiguiente, los pilotos que estimen que en ciertas avenidas y calles muy concurridas de automotores no hay cámara de monitoreo, de todas formas pueden ser detectados por los velocímetros instalados en Mixco y la ciudad capital.
 Hace un par de días, recibí otro correo en el que la persona que originalmente lo envió advierte a los automovilistas que, cuando el semáforo les indique alto, no deben detener la marcha de sus vehículos sobre las señales que marcan el libre paso de peatones, comúnmente denominadas «cebras», porque en numerosos cruceros de la ciudad capital están instaladas cámaras de monitoreo que fotografían a los vehículos que obstaculizan el paso de personas que atraviesan la vía en la zona que les corresponde.
  Me satisface esas medidas adoptadas por Emetra y Emixtra, especialmente en el caso de los conductores que impiden que los peatones puedan atravesar una calle o avenida cuando el semáforo le autoriza, porque he visto la forma como pilotos desconsiderados colocan sus vehículos sobre las «cebras», haciendo caso omiso del derecho que le asiste a las personas de caminar con seguridad en esa pequeña franja, sobre todo cuando se trata de ancianos, niños, mujeres embarazadas o con cierta discapacidad.
  Pero no sólo en la vía pública se observa ese irrespeto a los peatones, sino que es una nociva práctica cotidiana y constante en centros comerciales. Para el caso señalo como ejemplo lo que ocurre en PeriRoosevelt, especialmente en el sector nororiente donde están claramente pintadas franjas amarillas sobre fondo negro, que significa que los pilotos deben ceder el paso a los peatones; pero sólo en raras ocasiones los conductores cumplen con la regla, puesto que no obstante ser un área restringida de velocidad, muchos choferes circulan aceleradamente, ante la pasividad de los inútiles agentes de seguridad de ese centro comercial, obligados a velar por la seguridad, precisamente, de los clientes.
  (Al ingresar a una lotificación urbana el piloto Romualdo Tishudo lee este letrero: -En esta colonia no nos sobran los niños). Â