En contra de falsos desaparecidos


La imagen revela una protesta contra las desapariciones forzadas durante la dictadura de Pinochet, sin embargo, hoy en dí­a se confirma la existencia de algunos de ellos. FOTO LA HORA: archivo

La justicia chilena perseguirá judicialmente los casos falsos sobre detenidos y desaparecidos.


El gobierno chileno demandará a familiares de cuatro falsos desaparecidos atribuidos a la dictadura del general Augusto Pinochet que por años recibieron beneficios de reparación, al tiempo que se mostró favorable a reabrir comisiones destinadas a establecer la verdad histórica.

En la acción judicial -por estafa y fraude al fisco-, se solicitará también la designación de un juez especial que indague si existen más casos de personas que figuran en las listas oficiales pero que hoy están vivas o murieron en otras circunstancias, señaló el subsecretario del Interior, Patricio Rosende.

«Este es un tema que requiere rapidez y dedicación exclusiva», señaló el funcionario.

Hasta ahora son cuatro las personas que erróneamente fueron calificadas de detenidos desaparecidos y que figuran en una lista oficial que cifró en 1.183 los casos y en un memorial levantado en el Cementerio General de Santiago.

El primer caso se conoció en noviembre cuando la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) reveló que Germán Cofré, de 65 años, estaba vivo y residí­a en Buenos Aires.

Oficialmente Cofré figuraba como desaparecido en 1973 desde un centro de detención de la Fuerza Aérea, al mes siguiente del golpe militar que instaló a Pinochet en el poder. Su familia sabí­a que estaba vivo y cobró los beneficios asignados a estos casos, cifrados en unos 62 mil dólares en total.

Otros tres nuevos casos se conocieron el fin de semana, tras la investigación abierta por el caso de Cofré. Se trata de una mujer que falleció en 1955 -es decir 18 años antes del golpe de Pinochet-, y dos hombres, uno de los cuales está vivo y reside en Argentina.

La familia de Emperatriz Villagra no ha recibido beneficios del Estado y no estaban claras aún las razones de por qué fue incluida en los listados oficiales.

Los otros dos casos corresponden a Edgardo Palacios, un militante socialista enterrado como indigente en 2006, y Carlos Rojas Campos, quien vive en Buenos Aires. Los dos familias recibieron indemnizaciones.

En el caso de Edgardo Palacios su familia se enteró de su paradero en 2006, pero no informó a las autoridades y siguió cobrando los beneficios, mientras que Carlos Rojas fue ubicado en 2005. El gobierno se enteró y ordenó detener los pagos pero éstos siguieron realizándose.

Los casos han causado conmoción en Chile, poniendo en tela de juicio a todo el sistema de reparación y verificación de ví­ctimas de la dictadura, que se iniciaron al poco tiempo de terminar ésta en 1990.

En 1991 se divulgó el Informe Rettig, que cifró en más de 3.000 las ví­ctimas, entre muertos y desaparecidos, mientras que en 2005 fue redactado el Informe Valech sobre ví­ctimas de torturas y que cifró en 28.000.

La presidenta Michelle Bachelet, ví­ctima directa del régimen militar, señaló que no permitirá que se ponga en duda la verdad histórica.

«La violación a los derechos humanos es una vergí¼enza nacional que ha quedado grabada para siempre en la historia de nuestro paí­s y no vamos a permitir que se ponga en duda esta verdad histórica», dijo Bachelet.

La mandataria junto a su madre, Angela Jeria, fue detenida y torturada. Su padre, el general de aviación Alberto Bachelet, murió en prisión producto de torturas.

Familiares de ví­ctimas responzabilizaron a las Fuerzas Armadas por no entregar la información y al gobierno por no chequear bien los datos.

«Todo se ha hecho mal», señaló la presidenta de la AFDD, Lorena Pizarro.

«Es un trabajo totalmente confiable (…) pero las autoridades que mandaron detener, que mataron a la gente, jamás entregaron la información que se requerí­a para tener un trabajo cien por ciento seguro», respondió la asesora presidencial para temas de derechos humanos, Marí­a Luisa Sepúlveda.

En medio del debate, el gobierno ratificó su interés en reabrir las comisiones Rettig y Valech, algo rechazado por los familiares de las ví­ctimas, que piden en cambio la reapertura de la subsecretarí­a de DDHH.