En busca del sucesor de Uribe


Juan Manuel Santos, candidato oficialista. FOTO LA HORA: AFP JUAN BARRETO

Colombia celebrará mañana la segunda vuelta de su elección presidencial, con la que relevará al popular mandatario saliente ílvaro Uribe, en una jornada en la que figura como gran favorito su delfí­n, el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos.


Antanas Mockus, candidato de los Verdes. FOTO LA HORA: AFP JUAN BARRETO

Luego de dos periodos consecutivos de gobierno, desde 2002, Uribe se vio impedido por la Corte Constitucional de postularse nuevamente a la Presidencia, lo que ha aglutinado a sus seguidores alrededor de Santos, candidato del Partido Social de la Unidad Nacional (La U, derecha).

Uribe dejará el poder con un í­ndice de aprobación de más del 70%, sobre todo por su polí­tica de «seguridad democrática», de combate frontal a las guerrillas de izquierda que desde hace más de 40 años mantienen un conflicto armado en este paí­s.

Abogado de 57 años, el mandatario sigue cautivando a los colombianos, a los que ha pedido «mantener el rumbo» y cuidar las polí­ticas de «seguridad democrática» y de promoción a la inversión extranjera.

Y para ello se ofrece Santos, quien promete «mantener el legado de Uribe, el mejor presidente que ha tenido Colombia», según sus propias palabras.

Santos cuenta con una abultada ventaja, tras haber obtenido en la primera vuelta del pasado 30 de mayo 46,6% de los votos, frente a 21,5% de su rival, el independiente Antanas Mockus, del Partido Verde.

Además, de cara a la segunda vuelta, Santos ha conseguido el apoyo del Partido Conservador y de Cambio Radical, de derecha, ambos parte de la coalición del gobierno de Uribe, y los sondeos le atribuyen un margen aún mayor, por encima del 60% de los votos frente a 28% para el candidato verde.

En cambio Mockus, que antes de la primera vuelta vivió una ascendente carrera en las encuestas que finalmente no se verificó el dí­a de la votación, llega sin ninguna alianza partidista. Mockus apostó a la movilización de los abstencionistas que representan cerca del 50% de los casi 30 millones de personas habilitadas para esta elección.

«Súmate a este proyecto e invita a tus familiares y amigos a que se sumen también, convence con argumentos a los abstencionistas y a las personas que no votaron verde», dice Mockus en los mensajes a sus seguidores.

Pero para el politólogo Alfredo Rangel, de la Universidad Nacional, ese llamado a los abstencionistas «es iluso».

«Si no logró movilizarlos para la primera vuelta, que parecí­a competida, menos lo conseguirá para la segunda, en la que se prevé que descienda todaví­a más la participación electoral», dijo Rangel a la AFP.

Mockus, matemático y filósofo que en dos ocasiones fue alcalde de Bogotá, basó su discurso de campaña en el rescate de los valores de la legalidad, la transparencia y el respeto a la vida, en este paí­s en el que persisten la guerrilla, el narcotráfico y las bandas criminales.

Para esta segunda vuelta se instalarán 71.777 mesas electorales en Colombia, más 948 en el exterior.

Los comicios serán supervisados por la colombiana Misión de Observación Electoral y por la Organización de Estados Americanos (OEA).

SANTOS Un polí­tico pragmático


El candidato oficialista Juan Manuel Santos, favorito para el balotaje de mañana en Colombia, es un pragmático que ha logrado fuerte apoyo con su promesa de continuar las polí­ticas del popular mandatario saliente ílvaro Uribe.

De 58 años, el candidato del Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U, derecha), dejó el ministerio de la Defensa en mayo de 2009 para poder postularse a la presidencia, recogiendo la bandera polí­tica de Uribe de acabar con la guerrilla marxista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

A lo largo de la campaña electoral, que lanzó hace cuatro meses luego de que la Corte Constitucional dictaminó inviable una nueva reelección de Uribe, Santos ha multiplicado sus declaraciones de lealtad hacia él.

«Respeto mucho al presidente Uribe. Creo que ha hecho un gran gobierno. Va a pasar a la historia como uno de los mejores presidentes que ha tenido Colombia. Transformó este paí­s, nos transformó a todos, nos devolvió nuestra libertad y nuestra esperanza», dijo Santos en uno de los últimos debates presidenciales esta semana.

Aunque tiene una experiencia de más de 20 años como ministro de diversos gobiernos, fue su labor frente al despacho de Defensa la que lo catapultó como figura polí­tica en un paí­s que aún sufre la violencia de guerrillas, narcotraficantes y bandas criminales.

En los tres años en que fue ministro de Defensa (2006-09), Santos propinó los más duros golpes a la guerrilla FARC.

Entre las acciones más destacadas figuran la Operación Jaque, que rescató a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y 11 policí­as y militares secuestrados, y el bombardeo a un campamento de FARC en Ecuador, en el que murió su número dos, Raúl Reyes, ambas en 2008.

Pero su paso por el ministerio de Defensa también se vio ensombrecido por el escándalo de los «falsos positivos», como se ha llamado a la ejecución de decenas de civiles por parte de militares, que los presentaban como guerrilleros muertos en combate.

Mientras, por el bombardeo al campamento de Reyes enfrenta en Ecuador un proceso penal con orden de prisión preventiva, en tanto las relaciones entre ambos paí­ses estuvieron rotas hasta el pasado noviembre.

Nacido en una adinerada familia bogotana vinculada a la polí­tica y el periodismo, Santos es sobrino-nieto del ex presidente Eduardo Santos (1938-1942). Estudió economí­a y administración de empresas en Estados Unidos, con especialización en desarrollo económico de la London School of Economics.

Santos, que se inició en la polí­tica en el Partido Liberal, fue ministro de Comercio Exterior en el gobierno del liberal César Gaviria (1990-94) y de Hacienda en el del conservador Andrés Pastrana (1998-2002). En 1993 fue elegido por el Congreso como Designado Presidencial (vicepresidente).

Está casado y tiene tres hijos.

MOCKUS Extravagante profesor


El candidato independiente Antanas Mockus, que llega de segundo al balotaje presidencial del domingo en Colombia, es un extravagante profesor universitario que ha labrado su prestigio sobre el discurso del respeto a la legalidad y la honestidad.

Mockus, de 58 años, hijo de inmigrantes lituanos, tiene una importante carrera académica como matemático y filósofo, con estudios en Francia. Fue rector de la Universidad Nacional, desde donde se dio a conocer en 1993 con una primera extravagancia: bajarse los pantalones ante un auditorio estudiantil que lo abucheaba.

Fue alcalde de Bogotá en dos periodos (1995-97 y 2001-04), y desde ese puesto se labró la imagen de incorruptible, eficiente e imaginativo administrador.

Como alcalde, propició la cultura ciudadana con nuevos métodos, como por ejemplo mimos que sacaban tarjetas amarillas o rojas a los conductores y peatones que cometí­an infracciones.

Su fórmula para estas elecciones, las segundas presidenciales a las que postula, surgió como una candidatura independiente alejada de la clase polí­tica tradicional, y arropada por el Partido Verde, que lleva ese nombre pero no comparte la plataforma ni es asimilable a los partidos ecologistas de otros paí­ses.

Y aunque en la primera vuelta del pasado 30 de mayo no obtuvo los buenos resultados que auguraban las encuestas, según las cuales quedarí­a en empate técnico con el oficialista Juan Manuel Santos en torno al 35% de la votación, su avance ha sido igualmente notorio.

En las pasadas presidenciales de 2006, Mockus consiguió apenas 146.583 votos (1,23%), frente a 3,1 millones (21,5%) de la primera vuelta de este año.

Con un estilo por momentos mí­stico, Mockus ha hecho en esta campaña especial énfasis en el valor de la vida, proponiéndose proscribir los asesinatos en este paí­s en el que han proliferado durante décadas las guerrillas, los paramilitares, el narcotráfico y las bandas criminales.

«La vida es sagrada», ha repetido una y otra vez, como una oración, junto con sus simpatizantes en las concentraciones de la campaña.

«Aunque no me las sé todas, he demostrado que tengo una vocación de innovación. Mi labor tal vez más importante es la lucha por la vida humana que es una guí­a fundamental y sagrada», dijo en un reciente debate presidencial.

Y atrás han quedado las anécdotas de sus excentricidades, como acudir al palacio presidencial blandiendo una espada de juguete para «defender» el presupuesto de la universidad, o, años más tarde, contraer matrimonio montado en un elefante bajo la carpa de un circo.

Mockus, quien en plena campaña confesó que sufre de mal de Parkinson, se ha casado dos veces y tiene cuatro hijas.