Los presidentes sudamericanos empezaban a llegar hoy a Qatar para participar mañana en una cumbre con los países árabes cuyo objetivo es impedir que la crisis económica arruine la pujante cooperación interregional.
Entre los participantes destacan la argentina Cristina Kirchner, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el venezolano Hugo Chávez.
La II Cumbre América del Sur-Países írabes (ASPA) se celebra cuatro años después de la primera, en Brasilia en 2005, y en ese tiempo algunos países, como Brasil, el gran impulsor de esta alianza, han triplicado sus intercambios comerciales con los árabes.
La cumbre brinda a Chávez la primera oportunidad de regresar a Medio Oriente desde la campaña militar israelí en la franja de Gaza, en noviembre y diciembre. El presidente venezolano expulsó al embajador israelí de Caracas y se presume que será recibido en Doha como un héroe.
En una entrevista concedida a Al Jazeera antes de su viaje, que le llevará a Doha, Irán y Japón, Chávez insistió, a contracorriente, en el carácter político de la cita.
«Hace diez años era imposible pensar en una reunión con los países árabes y los de América del Sur», porque «los gobiernos del Sur estaban arrodillados al Departamento de Estado de los Estados Unidos», aseguró.
La cita de Doha reúne a los 22 miembros de la Liga írabe, que este lunes celebraron su cumbre anual, y a los 12 países de Sudamérica.
A escasas horas de la apertura de la reunión, los organizadores no habían difundido aún la lista de participantes, pero se sabe que al menos seis jefes de Estado sudamericanos estarán en Doha. Además de los mencionados, participarán el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, el de Bolivia, Evo Morales, y la de Chile, Michelle Bachelet.
La cumbre tendrá lugar en el hotel Sheraton de Doha y se abrirá a las 13H00 GMT tras un almuerzo ofrecido por el emir de Qatar, el jeque Hamad Bin Jalifa Al Tani, y la típica foto de familia.
La reunión acabará con la adopción de la Declaración de Doha. «La última versión del texto» preparada por los cancilleres, explicó el portavoz de Lula, Marcelo Baumbach, «trata de temas relacionados con el diálogo de civilizaciones, con la coordinación política, y la cooperación en temas sociales, económicos, culturales, científicos, tecnológicos y de medio ambiente».
Pero lo que pesa en el ánimo de la cita es la crisis. La atención está concentrada en el G20 de Londres del 2 de abril, en el que tomarán parte Arabia Saudita, Argentina y Brasil. Algunas voces lamentan que el impulso realizado entre árabes y sudamericanos en tiempos de bonanza no haya bastado.
«Creo que las cifras» de intercambios comerciales «podrían ser mucho más altas, dadas las oportunidades empresariales y comerciales de las que disponemos», dijo el domingo el ministro de Comercio de Qatar, el jeque Fahad bin Jasim al Thani, en un foro empresarial sudamericano-árabe que sirvió de aperitivo a la cumbre.
«Todavía no registramos ningún progreso en los acuerdos de libre comercio», lamentó Al Thani, refiriéndose a las negociaciones que mantiene el Mercosur con el Consejo de Cooperación del Golfo, que integra a Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos írabes Unidos, Yemen y Kuwait.
Los 34 países participantes representan el 8% de la economía mundial y tienen economías complementarias. Si bien una gran parte del PIB sudamericano lo nutre la agricultura, los países árabes viven sobre todo de los enormes ingresos petroleros.
Según datos de la Cámara Arabo-brasileña de Comercio, los intercambios comerciales entre ambos bloques alcanzaron los 17.976 millones de dólares en 2007. La balanza comercial es favorable a Sudamérica, que exportó productos por valor de 10.653 millones de dólares e importó por 7.323 millones de dólares.
Los mayores exportadores sudamericanos a los países árabes fueron Brasil y Argentina, y Arabia Saudita y los Emiratos írabes Unidos por parte árabe.
La Cumbre írabe de Doha arrancó hoy con críticas a Israel, instado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que participa de la reunión, a congelar la colonización de los territorios ocupados, un día antes de que el derechista Benjamin Netanyahu presente su gobierno ante la Knesset.
«La llegada de un gobierno de derecha y extremista no cambia nada (en Israel) porque tanto su derecha como su izquierda y el centro (…) reflejan todos una realidad: la sociedad israelí no está lista para la paz», afirmó el presidente sirio Bachar al Asad en su discurso de inauguración de la cumbre.
Asad afirmó que los países árabes «carecen de verdaderos interlocutores en el proceso de paz» con Israel, un día antes de que el designado primer ministro israelí y jefe del principal partido de derecha, el Likud, Benjamin Netanyahu, presente su nuevo gobierno para su investidura ante el Parlamento.
La coalición formada por Netanyahu incluye al partido Israel Beitenu (ultraderecha nacionalista), cuyo líder, Avigdor Lieberman, será el ministro de Relaciones Exteriores de Israel.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a Netanyahu que congele la colonización en los territorios.
«El nuevo gobierno israelí debe congelar la colonización, poner fin a las medidas unilaterales en Jerusalén (ndlr: Jerusalén oriental ocupada) y continuar las negociaciones» con los palestinos, afirmó Ban.
La cumbre árabe debe pronunciarse sobre el futuro de la iniciativa árabe de paz, que propone desde 2002 a Israel una normalización de las relaciones a cambio, entre otros puntos, de su retirada de los territorios árabes ocupados en 1967.
Los 22 países de la Liga Arabe llegan a Doha con problemas para superar sus divisiones tras la ofensiva militar israelí contra la franja de Gaza (27 de diciembre al 18 de enero).
Siria y Qatar, apoyados por Irán, defendieron a los islamistas del Hamas, que controlan a Gaza, mientras Arabia Saudita y Egipto respaldaron al presidente palestino Mahmud Abas, jefe del Fatah, que gobierna en Cisjordania.
La XXI cumbre árabe se lleva a cabo en presencia del presidente de Sudán, Omar el Bechir, que desafía así una orden de arresto emitida en su contra por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad en Darfur (oeste sudanés) y en ausencia del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y de sus colegas de Argelia, Irak, Marruecos y Omán.
En su intervención, Ban pidió a Sudán anular la expulsión de trece ONGs internacionales de Darfur, decidida por Bechir en represalia a la orden de captura emitida en su contra por la CPI.
Los dirigentes árabes, que se declararon solidarios con Bechir, quieren pedir «la anulación» de la orden de captura de la CPI, alegando que «Sudán no es miembro de esta Corte», según un proyecto de resolución elaborado por los ministros árabes de Relaciones Exteriores, obtenido por la AFP.
«La decisión de la CPI contra el presidente Omar el Bechir crea un peligroso precedente ya que es contra un mandatario en ejercicio», afirma ese proyecto.
Los países árabes celebrarán el martes una cumbre con los países sudamericanos -la segunda desde 2005-, para coordinar el diálogo y al cooperación interregional ante la crisis económica y financiera mundial.
Participarán entre otros los mandatarios de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; de Venezuela, Hugo Chávez; de argentina, Cristina Kirchner; y de Bolivia, Evo Morales.