En busca de un mundo perdido


Foto de mayo de 1944, que presenta una escena en que los nazis distribuyen a los prisioneros en los vagones del tren que los conducirí­a al campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, lo que se conoce como el mayor genocidio de la humanidad. FOTO LA HORA: AFP YAD VASHEM

Veinte años después de la caí­da del comunismo, que impuso el silencio sobre casi mil años de historia de la mayor comunidad judí­a de Europa, en Polonia florecen las iniciativas públicas e individuales para recuperar esa parte de la identidad del paí­s.


Meier Lau, jefe de los rabinos de Tel Aviv, participa en la puesta de la primera piedra del Museo de Holocausto, en junio de 2007. FOTO LA HORA: AFP WOJTEK RADWANSKI

La conciencia nacional de ese mundo perdido revive con los festivales de cultura judí­a, la restauración de los cementerios, la enseñanza obligatoria de la historia y la literatura de los judí­os de Polonia, así­ como las conmemoraciones y una intensa actividad editorial e investigadora.

«Después de un silencio de 50 años, el hecho de que luego de 20 años muchos aprecien mejor el papel de los judí­os, es un cambio muy rápido», declaró el gran rabino de Polonia, Michael Schudrich.

El exterminio de los judí­os de Europa por parte de la Alemania nazi aniquiló a una comunidad que en Polonia contaba con unos 3,2 millones de personas, según el censo de 1931, o sea 9% de la población.

A principios de 1946 quedaban tan sólo unos 200 mil judí­os, según la oficina de estadí­sticas. Muchos de ellos abandonaron luego el paí­s, sobre todo durante las campañas antisemitas de la época comunista.

Actualmente se desconoce su número, «estimado entre 20 mil y 50 mil, en base a criterios anecdóticos», según el gran rabino.

Robert Szuchta, profesor de historia en el liceo Witkiewicz de Varsovia, es un pionero y especialista reconocido en Polonia y el extranjero de la enseñanza de la Shoah. Este docente lleva a sus alumnos a los antiguos barrios judí­os de Varsovia, que antes de la guerra era la segunda ciudad judí­a del mundo, después de Nueva York.

«Mire, un habitante de cada tres en la ciudad donde usted vive, donde usted nació y va al colegio, hablaba yiddish. ¿Dónde está ese mundo?», preguntó a sus alumnos.

«Yo no tengo ningún motivo familiar para hacer esto, ninguna raí­z (judí­a), mi razón personal es que todo esto me duele profundamente», explicó.

La enseñanza de la historia de los judí­os de Polonia y del Holocausto es obligatoria durante tres de los años de la secundaria, en los cursos de historia, literatura, geografí­a, educación cí­vica y filosofí­a.

Se ha desarrollado una prensa judí­a, fundamentalmente la revista Midrasz, que tiene una tirada de 1.500 ejemplares y también es leí­do, según Piotr Pazinski, su jefe de redacción, por lectores polacos sin ancestros judí­os interesados por la cultura hebrea. En 2011 se inaugurará en Varsovia un museo sobre la historia de los judí­os en Polonia.

En Cracovia (sur), un festival anual de la cultura judí­a reúne en julio a artistas judí­os y a miles de polacos no judí­os y turistas extranjeros, para revivir a través de numerosos conciertos, espectáculos y exposiciones, el pasado de Kazimierz, otrora el barrio judí­o de la antigua capital real de Polonia.

A pesar del silencio impuesto por el comunismo, «un aspecto positivo, único en Europa del Este, es que desde 1943, siempre hubo intelectuales (…) que tuvieron un punto de vista lúcido y muy fuerte sobre esas cuestiones», señala el universitario francés Jean-Yves Potel, autor de «El fin de la inocencia, Polonia frente a su pasado judí­o».

«También hay vientos contrarios que tienden a minimizar todos esos esfuerzos, a considerar que eso no debe tener un lugar central en la memoria de Polonia, que se trata más bien de la memoria judí­a», pero «se trata de una posición minoritaria en las instituciones», agregó.

Hace algunos años, «personas maravillosas nos llamaban porque querí­an salvar «vuestro cementerio judí­o», ahora quieren salvar «nuestro cementerio judí­o»», cuenta el gran rabino.

«Es verdaderamente el retorno de la memoria judí­a como parte de la memoria nacional polaca», sostiene Schudrich.

NATANYAHU Visita emotiva


El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, honró el martes a las ví­ctimas del Holocausto en una ceremonia organizada en Varsovia, en ví­spera del 65º aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz.

El jefe del gobierno israelí­ inclinó la cabeza ante el imponente monumento de mármol gris «Umschlagplatz», en el centro de Varsovia, y colocó una corona con los colores azul y blanco del Estado de Israel a sus pies.

«En este lugar desde el cual cientos de miles de personas de nuestro pueblo fueron enviadas a los campos de la muerte y donde encontramos hoy a los Justos entre las Naciones, hallamos al mismo tiempo la peor maldad y la mayor valentí­a en la historia de la Humanidad», dijo Netanyahu a los periodistas.

En 1942, desde la «Umschlagplatz», los ocupantes nazis enviaron a más de 300.000 judí­os por tren al siniestro campo de la muerte de Treblinka, a 100 km al noreste de la capital polaca.

El miércoles, una ceremonia marcará el Dí­a Internacional de Conmemoración de las Ví­ctimas del Holocausto y el 65º aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, durante la ocupación nazi de Polonia, donde aproximadamente un millón de judí­os murieron entre junio de 1940 y enero de 1945.

Netanyahu estará acompañado por una delegación de legisladores israelí­es y de supervivientes del Holocausto.

El primer ministro israelí­ también visitará este martes el emplazamiento del antiguo gueto de Varsovia y se reunirá con el presidente polaco Lech Kaczynski, el primer ministro Donald Tusk y otros altos responsables.

El campo de Auschwitz-Birkenau, fuera de la ciudad de Cracovia, fue liberado el 27 de enero de 1945 por las tropas soviéticas. Esa jornada fue designada Dí­a Internacional de Conmemoración de las Ví­ctimas del Holocausto por las Naciones Unidas en 2005.