Más le valdría al presidente de la República, í“scar Berger, hacerse el loco, inventar alguna enfermedad de la garganta o tan sólo alzar la mano, cual Evita, y saludar con un leve movimiento del brazo a la Prensa, a las visitas y a la humanidad en general.
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Cualquier medida de este tipo es mejor que escuchar sus absurdos y por qué no ’racistas’ comentarios. Esto viene al caso, luego de saber de la conversación del mandatario con el presidente de la FIFA y externarle su preocupación porque nuestra, bueno mía no, selección de fútbol no da una, y no hay manera de que logre clasificar para un Mundial.
Pero bueno, hasta acá todo iba bien, la fe de los chapines en cosas de futbol es grande y ese es quizá uno de los sueños más acariciados por todos los que se dicen chapines de corazón sin importar si son rojos o cremas, lo vergonzoso, lo tonto o lo aberrante, fue el comentario siguiente de Berger, «Tal vez si metemos negros», «aunque acá no hay muchos, tan sólo en Izabal», habrase visto.
Prefiero pecar de ingenua y pensar que el Presidente, como siempre habló sin meditar, sin razonar, que imaginármelo como un tipo racista, displicente y falto de inteligencia.
Ya con eso, ni porque haya vetado la Ley de Espectáculos Públicos, lo cual aplaudo en parte, puedo dispensarlo. Y aunque fue claro que este veto no fue más que acción sentimental de Berger, por su clara admiración por Tarzán López, yo también amo el circo, las carpas remendadas y el olor a aserrín que hay dentro de ellos, pero es necesario que se estipule claramente que, quienes sean propietarios de un circo, les den un cuidado apropiado a los animales, pues en la manifestación que estos artistas hicieron hace poco en el Parque Central, vimos animales chocos, sin cola y otros tiñosos y desnutridos.
Bravo por los cirqueros que alegraron mi niñez y buuuuuuuuu para el Presidente, machín, racista y mentiroso (por eso de que su gobierno ha sido bueno y el país ha mejorado, ni él se lo cree).