En 2050 su amante podrí­a ser… un robot muy sensible


Las relaciones románticas entre humanos y robot parecen ser cosas que saltan de la ciencia ficción a la realidad.

Las relaciones amorosas entre humanos y robots dejarán de ser dentro de algunas décadas materia de ciencia ficción, afirman investigadores que prevén que las máquinas con «emociones» y «personalidad» sean una realidad para el año 2050.


Una demostración de la gigante Honda con su robot humanoide estrella Asimo.

Estos cientí­ficos no hablan sólo de sexo mecánico. «Estamos hablando de relaciones de amor, calculo que esto puede ocurrir dentro de 40 años», asegura David Levy, autor del libro «Amor sexo con robots», quien asiste a una conferencia internacional en la Universidad de Maastricht, en el sureste de Holanda.

«Será posible cuando haya robots que tengan emociones, personalidad, conciencia. Podrán hablarnos, podrán hacernos reí­r, podrán decirnos que nos aman, así­ como un humano podrí­a decirte ahora: te quiero», añade.

Robots que sirven como juguetes sexuales invadirán el mercado dentro de unos cinco años, predice Levy, quien habla de «una suerte de muñecas sexuales optimizadas, superiores a las que se venden en la actualidad».

Estas tendrán un discurso electrónico y sensores que les capacitarán para emitir «sonidos agradables» cuando los humanos acaricien sus «zonas erógenas».

Pero fabricar robots que se conviertan en parejas de verdad llevará un poco más de tiempo ya que la principal dificultad de los inventores es perfeccionar el arte de la conversación en estas máquinas.

Los cientí­ficos trabajan en materia de personalidad artificial, emoción y conciencia, dice Levy, y algunos robots parecen ya como si estuviesen vivos.

«Pero para las relaciones amorosas el asunto es completamente diferente. En las relaciones amorosas hay muchas cosas más que son importantes. Y la más difí­cil de todas es la conversación», añade.

«Usted desea que su robot sea capaz de hablarle de cosas interesantes; quiere una pareja que tenga intereses similares a los suyos, que le hable de una manera que le guste, que tenga un sentido del humor parecido al suyo», explica el experto.

El campo de la conversación entre humanos y robots es crucial para fabricar robots de los cuales podamos enamorarnos, pero está muy atrasado con respecto a otras áreas de desarrollo, dice el autor.

«Estoy seguro que ello ocurrirá dentro de unos 40 años, tal vez antes. Encontraremos robots, una pareja para conversar, nos hablarán y nosotros tendremos gusto en conversar con ellos, como si se tratara de verdaderas personas. Estoy seguro de eso», afirma.

La explosiva tesis de Levy, cuya publicación ha causado agitación en la comunidad cientí­fica, ha planteado una serie de complicados interrogantes de orden ético.

El académico británico Dylan Evans señala la paradoja inherente a cualquier tipo de relación con un robot.

«Lo que es absolutamente crucial con el sentimiento del amor es la creencia de que el amor no es incondicional ni eterno. Los robots no pueden escogerlo a uno, no pueden rechazarte. Esa relación se puede convertir en algo muy tedioso, y podemos imaginarnos al humano volviéndose cruel hacia su indefensa pareja», dice Evans.

Un robot podrí­a quizás ser programado para tener una voluntad propia y capacidad para rechazar a su pareja humana, «pero en ese caso será muy difí­cil encontrar quien compre este tipo de máquinas».

Algunos advierten que estas máquinas podrí­an ser incontrolables.

«No hay que exagerar las posibilidades. En la actualidad, la inteligencia artificial que somos capaces de crear es equivalente a la de un niño de un año», dice por su parte el investigador holandés Vincent Wiegel, de la Universidad Tecnológica de Delft.

Sin embargo Levy es optimista. Está convencido de que los robots dignos de amar aparecerán, y serán beneficiosos para la humanidad.

ENCIERRO


«Hay millones de personas en el mundo que están solas, quizás porque son tí­midos, feos o tienen problemas psicológicos, de personalidad, o sexuales. Siempre habrá millones de personas incapaces de tener relaciones satisfactorias con otros seres humanos, y para ellos la alternativa no es ¿prefiero relaciones con humanos o con un robot? No, la alternativa para ellos es entre la soledad absoluta o la relación con un robot», dice.

Los cientí­ficos trabajan en materia de personalidad artificial, emoción y conciencia, dice Levy, y algunos robots parecen ya como si estuviesen vivos.